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viernes, 17 de mayo de 2019

Dame, noche (por Ida Vitale)


Dame, noche

las convenidas esperanzas,

dame no ya tu paz,

dame milagro,

dame al fin tu parcela,

porción del paraíso,

tu azul jardín cerrado,

tus pájaros sin canto.

Dame, en cuanto cierre

los ojos de la cara,

tus dos manos de sueño

que encaminan y hielan,

dame con qué encontrarme

dame, como una espada,

el camino que pasa

por el filo del miedo,

una luna sin sombra,

una música apenas oída

y ya aprendida,

dame, noche, verdad

para mí sola

tiempo para mí sola,

sobrevida.



4 comentarios:

Anónimo dijo...


Noche oscura del alma

ORáKULO dijo...

Causas pequeñas pueden engendrar consecuencias grandes

todo está en BORGES dijo...

El alivio que habrá sentido César en la mañana de Farsalia, al pensar: Hoy es la batalla.

El alivio que habrá sentido Carlos Primero al ver el alba en el cristal y pensar: Hoy es el día del patíbulo, del coraje y del hacha.

El alivio que tú y yo sentiremos en el instante que precede a la muerte, cuando la suerte nos desate de la triste costumbre de ser alguien y del peso del universo.


(BORGES)

casa de citas dijo...

Como las demás tiranías, esta de la mayoría fue al principio temida, y lo es todavía, cuando obra, sobre todo, por medio de actos de las autoridades.

Pero las personas reflexivas se dieron cuenta de que, cuando es la sociedad misma el tirano, sus medios de tiranizar no están limitados a los actos que puede realizar mediante sus funcionarios políticos.

La sociedad puede ejecutar, y ejecuta, sus propios decretos; y si dicta malos decretos en vez de buenos, o si los dicta a propósito de cosas en las que no debería mezclarse, ejerce una tiranía social más formidable que muchas de las opresiones políticas, ya que, si bien no suele tener a su servicio penas tan graves, deja menos medios para escapar de ella, pues penetra mucho más en los detalles de la vida y llega a encadenar el alma.

Por eso no basta la protección contra la tiranía del magistrado. Se necesita también la protección contra la tiranía de la opinión y sentimiento prevalecientes; contra la tendencia de la sociedad a imponer, por medios distintos de las penas civiles, sus propias ideas y prácticas como reglas de conducta a aquellos que disientan de ellas; a ahogar el desenvolvimiento, a impedir la formación de individualidades originales y a obligar a todos los caracteres a moldearse sobre el suyo propio.

(JOHN STUART MILL)