Yo soy Simbad Merino, aquel que un día,
Yo soy Simbad Merino, vivo ahora,
tras el final naufragio, otra aventura
en las antípodas del paraíso.
Habito allí donde la Gran Esfinge
preside toda hora, donde nadie
descifra los enigmas.
Y cada amanecer la Gran Esfinge
desparrama su cavernosa voz, pregunta
Qué es el hombre, y algunos balbuceos
contestan. Pero todos
encogemos los hombros. Y retumba
otra vez la sentencia que nos condena a muerte.
Aquí habito rodeado de las joyas
que conseguí en mis viajes.
Afilaesperas. Cachos
de incandescente sombra.
Piedras maravillosas que nacieron
en la vesícula de Alá.
Aquí habito temiendo cada día
la solución final de la Resolvedora.
Y cada noche, cuando el festín ha concluido,
evoco mis viajes.
Atravieso de nuevo los océanos
a la pálida luz de mi añoranza.
5 comentarios:
Lo del juego de palabras Merino/Marino, me parece un poco naïf, la verdad. (Confieso mi desdén hacia esos recursos)
Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo.
Tal la pusieron los hombres
que desde entonces no ha vuelto.
Suegra y nuera, y perro y gato, no comen del mismo plato.
Todo cuesta caro para el avaro.
El que todo lo piensa nunca se casa.
(proverbio vietnamita)
Publicar un comentario