domingo, 13 de enero de 2013
Ese hombre (por Stephen Derwent Partington)
Ensalzamos al hombre que,
aunque tenía el fósforo en sus manos,
vislumbró el horror en la pequeña gota,
vio en el marrón y su globosa suavidad
un pequeño cráneo hecho carbón
y de nuevo lo guardó en su caja.
Celebramos también al joven que,
aunque alzó su machete con el puño apretado,
lo sintió de pronto ajeno entre sus manos
al no tener ni matorral ni leña que ser talados,
y lo soltó al suelo.
Una ovación para el hombre que
al ver corriendo a una mujer,
con su vestido desgarrado,
deseándola también,
vio a su madre en juventud,
contuvo a sus colegas y se alejó.
Rendimos homenaje al hombre que,
pese a tener de piedra el corazón
y al tomar una piedra que aventar,
sintió sobre su palma la dureza,
intuyó lo frágil de los cuerpos,
y la dejó caer.
Encomiamos al hombre que,
aunque revisó
la credencial de un pasajero,
no atendió al nombre sino al rostro
y la extendió de nuevo
como se tiende la mano a un amigo.
Y para el resto de nosotros,
una bendición:
porque nunca tengamos que ser ese hombre,
pero si tenemos que ser, ¡hay que
SER!
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7 comentarios:
Por aquella ventana
que al campo salía
daba voces a la mare,
a la mare de mi alma,
y ella no me respondía.
El que lava un marrano pierde dos cosas: tiempo y jabón.
Viejo es todo aquel que tiene más recuerdo que esperanza.
(GREENE)
Llevamos en la cabeza un memorial de agravios sufridos, pero no de los favores que de los otros recibimos a lo largo del tiempo.
Válgame, niña de mi alma,
lo penoso que es mi mal:
Yo queriéndote a raudales
y tú no me quieres ná.
Pensar es tropezar y, en lugar de lamentarse, sorprenderse.
(GREGORIO LURI)
El que domina su cólera domina a su peor enemigo.
(CONFUCIO)
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