jueves, 16 de mayo de 2013
Manso declive (por Jorge Luis Borges)
La vejez (tal es el nombre que los otros le dan)
puede ser el tiempo de nuestra dicha.
El animal ha muerto o casi ha muerto.
Quedan el hombre y su alma.
Vivo entre formas luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla.
Buenos Aires,
que antes se desgarraba en arrabales
hacia la llanura incesante,
ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro,
las borrosas calles del Once
y las precarias casas viejas
que aún llamamos el Sur.
Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;
Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;
el tiempo ha sido mi Demócrito.
Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive
y se parece a la eternidad.
Mis amigos no tienen cara,
las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años,
las esquinas pueden ser otras,
no hay letras en las páginas de los libros.
Todo esto debería atemorizarme,
pero es una dulzura, un regreso.
De las generaciones de los textos que hay en la tierra
sólo habré leído unos pocos,
los que sigo leyendo en la memoria,
leyendo y transformando.
Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte,
convergen los caminos que me han traído
a mi secreto centro.
Esos caminos fueron ecos y pasos,
mujeres, hombres, agonías, resurrecciones,
días y noches,
entresueños y sueños,
cada ínfimo instante del ayer
y de los ayeres del mundo,
la firme espada del danés y la luna del persa,
los actos de los muertos,
el compartido amor, las palabras,
Emerson y la nieve y tantas cosas.
Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy.
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8 comentarios:
"Vivo entre formas luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla."
Hay que estar muy lúcido para saber quiénes somos, y lo que se puede esperar de nosotros en cada momento; pero hay otra lucidez que se apaga como una bombilla y cuya respuesta está al otro lado de la luz.
Es increible , aún ciego no le faltó coraje para ser el mejor .
En cada sendero, su atolladero.
El malvado descansa algunas veces; el necio jamás.
(ORTEGA)
Añorar el pasado es correr tras el viento.
(proverbio ruso)
Con frecuencia olvidamos que somos, también, el resultado del esfuerzo de otros.
El bien no suele hacer ruido. El ruido no suele hacer bien.
Desesperar es de cobardes.
(RUSSELL)
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