se pudrió o fue comida. Sólo boca
soy. En octubre, mes de almacenaje.
El cobertizo huele a tripa rancia
de momia: herramientas, colmillos, moho.
En casa estoy, entre cabezas muertas.
Dejadme que me siente en este tiesto,
ninguna araña lo verá, se paró
mi corazón como un geranio.
Ojalá el viento deje mis pulmones.
Los pétalos nasales. Boca abajo
las flores, sonoras como hortensias.
Cabezas putrescentes me consuelan,
ayer clavadas a las vigas: de estos
pupilos no será el invierno.
Repollos: plata mate, agusanada
púrpura, piel comida, oreja aguda,
corazón verde. Venas de tocino.
¡Oh, belleza del hábito! No tiene
ojos la calabaza. Estas estancias
hierven de chicas que se piensan pájaros.
Monótono colegio. Soy raíz,
piedra, plumón de búho,
vivo sin sueños de ninguna clase.
Madre, tú eres el mes único
de quien yo fuera aire. Madre de aire,
cómeme. Sombra de dinteles vanos.
Dije: me acordaré, pues soy pequeña.
Había flores tan enormes,
bocas rojas y púrpura, bellísimas.
Los tallos de las moras me hacen daño.
Ahora me encienden como una bombilla.
Desde hace días no recuerdo nada.
4 comentarios:
Todo en la vida es ir cambiando. En cada cambio muere y nace un trozo de nosotros. Llega un momento en que de aquellas primeras, primigenias piezas no queda nada.
¿Sabéis, alcalde, por qué
la traición nunca venció?
Porque, si logra vencer,
nadie la llama traición.
Lo que denominan historia
no es nada de lo que jactarse,
hecha como está
por el criminal que llevamos dentro:
la bondad es intemporal.
(AUDEN)
El que tenga la desgracia
de no ser aragonés,
que se conforme y se aguante
hasta que nazca otra vez.
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