lunes, 7 de septiembre de 2020
Sin más (por Isidro Saiz de Marco)
qué bonito este estar
aquí
contigo
sin otra pretensión que estar contigo
sin más propósito
sin más afán
sin otro empeño que verte y oírte
habitando los dos este momento
sin uso
sin dominio
sin victoria
sin posesión
tú y yo sencillamente
sin más razón
sin otra utilidad
sin más ocupación
sin más porqué
sin otro para-qué que estar así
los dos este momento con-viviendo
qué bonito este solo
este diáfano
sin mezcla de otra cosa
estar contigo
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5 comentarios:
DON ALONSO
Qué vais a ser pedante, Karrastkho: sois muy rico.
Ruego a vuesa merced -si ello os pluguiera y estuviese de vuestra mano hacello- que me dijeseis cuál era el nombre de un como sudario de lienzo en el que las mujeres de Salamanca se envolvían para bañarse en las aguas del Tormes, al caer la tarde y cuando los rigores de la primavera bien cumplida y del estío movíanlas a refrescarse en las aguas del susodicho río, allá por Santiago del Arrabal, bien cerca de los primeros arcos del puente romano y del Verraco, obra dicen de nigromantes y aún de criaturas infernales.
Pregúntolo a vuesa merced pues me consta que sois bachiller por aquella señera Universidad, y que habéis dejado un rastro en pos vuestro de deudas y de dislates de estudiante calamitoso, aunque esbozasteis un bien aderezado víctor en un muro de la Calle de las Empedradas que, como recordaréis, abundaba en figones, lupanares y garitos de jugadores de dados.
(¿Hacia 2012 o por ahí?
F, ¡qué alegría verte por aquí! Siempre intuimos que, aunque temporalmente no te dejes ver, sigues visitando el blog y formando parte de nuestra comunidad poética. Pero, aunque lo intuimos, es una gran felicidad comprobarlo. Un fuerte abrazo.
Queridos..., siempre en mi recuerdo. Y mi presente. El tiempo huye y creo que hace más de diez años que uno cruzaba por primera vez la cancela de este limonar. Y ya son años.
Besos desde el Atlántico Norte.
En cuanto a nosotros mismos, nos imaginamos transparentes; no lo somos. Lo que sabe de nosotros el prójimo, lo sabe por una interpretación de signos; procede como los augures que estudiaban las entrañas de animales muertos o el vuelo de los pájaros.
(BIOY CASARES)
Lo admito
alguna vez fui el error en la vida de alguien
fui la piedra que hizo caer a alguien y aprendió por el golpe recibido
fui la equivocación que necesitaba para darse cuenta de que estaba con la persona equivocada
fui el punto decisivo que le hizo darse cuenta de que la felicidad no era conmigo
Pero debía experimentar antes de amar a alguien de verdad
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