miércoles, 16 de diciembre de 2009
Faisán (por Sylvia Plath)
“Lo mataría” dijiste esta mañana.
No lo mates. Sigo sobresaltada todavía,
esa protuberancia en la cabeza extravagante, oscura,
mientras andaba por el pasto sin cortar,
en lo alto del olmo.
Ya es algo que tengamos
un faisán, que nos visite alguien.
No, no soy mística, no es que
haya creído que tenía algo así como un alma.
Simplemente es que está donde tiene que estar.
Y eso le da un aire de realeza, eso le da un derecho.
Sus grandes huellas en el invierno pasado,
su rastro de pisadas en la nieve del jardín,
su increíble presencia entre lo blanco,
entre gorriones y estorninos.
¿Es porque es raro, es eso? Es raro.
Sería bonito tener una docena
o cien, todos en el ramaje rojo y verde
yendo y viniendo: ¡eso sería hermoso!
Está tan bien diseñado, es tan vívido.
Es una cornucopia.
Aletea, marrón como una hoja, ruidoso,
y se posa en el olmo, y es tan fácil…
Amanecía en los narcisos.
Fui yo la que se entrometió. Deja, déjalo.
No lo mates. Sigo sobresaltada todavía,
esa protuberancia en la cabeza extravagante, oscura,
mientras andaba por el pasto sin cortar,
en lo alto del olmo.
Ya es algo que tengamos
un faisán, que nos visite alguien.
No, no soy mística, no es que
haya creído que tenía algo así como un alma.
Simplemente es que está donde tiene que estar.
Y eso le da un aire de realeza, eso le da un derecho.
Sus grandes huellas en el invierno pasado,
su rastro de pisadas en la nieve del jardín,
su increíble presencia entre lo blanco,
entre gorriones y estorninos.
¿Es porque es raro, es eso? Es raro.
Sería bonito tener una docena
o cien, todos en el ramaje rojo y verde
yendo y viniendo: ¡eso sería hermoso!
Está tan bien diseñado, es tan vívido.
Es una cornucopia.
Aletea, marrón como una hoja, ruidoso,
y se posa en el olmo, y es tan fácil…
Amanecía en los narcisos.
Fui yo la que se entrometió. Deja, déjalo.
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8 comentarios:
El que tiene pies tiene un traspiés.
Guárdate del enemigo que llevas en ti y contigo.
Las doctrinas falsas suelen buscar la imposición, las verdaderas prefieren justificarse.
(JULIÁN MARÍAS)
Cada uno es listo para (al menos) una cosa y tonto para (al menos) otra.
Cosas que ignora el doctor, va y las sabe el labrador.
Ningún disfraz puede ocultar por largo tiempo el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay.
(LA ROCHEFOUCAULD)
Si las puertas de la percepción quedaran depuradas, todo se habría de mostrar al hombre tal cual es: infinito.
(WILLIAM BLAKE)
Cuando vayas por la calle
y sientas escalofríos,
no le eches la culpa al viento,
que son los suspiros míos.
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