sábado, 20 de febrero de 2010
En el lugar donde creciste (por Ramón Cote)
¿Cómo pasar un domingo de julio
frente al antiguo colegio
sin dejar de timbrar varias veces
con la insistencia del castigado,
y quedarse quieto escuchando
el amargo sonido que mide
la profundidad abandonada
de los patios, la desolación
que nace en las cosas que se descuidan,
la venganza que inunda con su agua espesa
una porción de los años allí dedicados?
Y sólo se oyen los ladridos
de un perro que viene corriendo desde el fondo.
Parece imposible admitir
que en el sitio del dolor pudieras algún día
observar toda su hermosura.
Allí donde te convenciste
de que la inutilidad era tu único don
reconocible, allí donde localizaste
para siempre tu fracaso.
En el lugar donde creciste estás ahora
y contemplas la disminuida
extensión de tu infancia,
tu cumplida maravilla.
Piensas
que tanta convicción en el dolor
—que habías entendido
como el más certero resumen de esos días—
no era tan necesaria ni tan verdadera
y que el colegio, puesto a la venta
y acosado por una desfigurada periferia,
empieza a padecer lo que tú ya padeciste.
Pero a pesar de todo
no te atreves a traicionar de golpe
tu más querida y prolongada orfandad.
Es extraño que la acacia del patio muera
y que una buganvilla en flor la esté velando.
frente al antiguo colegio
sin dejar de timbrar varias veces
con la insistencia del castigado,
y quedarse quieto escuchando
el amargo sonido que mide
la profundidad abandonada
de los patios, la desolación
que nace en las cosas que se descuidan,
la venganza que inunda con su agua espesa
una porción de los años allí dedicados?
Y sólo se oyen los ladridos
de un perro que viene corriendo desde el fondo.
Parece imposible admitir
que en el sitio del dolor pudieras algún día
observar toda su hermosura.
Allí donde te convenciste
de que la inutilidad era tu único don
reconocible, allí donde localizaste
para siempre tu fracaso.
En el lugar donde creciste estás ahora
y contemplas la disminuida
extensión de tu infancia,
tu cumplida maravilla.
Piensas
que tanta convicción en el dolor
—que habías entendido
como el más certero resumen de esos días—
no era tan necesaria ni tan verdadera
y que el colegio, puesto a la venta
y acosado por una desfigurada periferia,
empieza a padecer lo que tú ya padeciste.
Pero a pesar de todo
no te atreves a traicionar de golpe
tu más querida y prolongada orfandad.
Es extraño que la acacia del patio muera
y que una buganvilla en flor la esté velando.
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9 comentarios:
La oportunidad suele presentarse en el momento más inoportuno.
Para el pájaro el nido, para la araña su tela, para el hombre la amistad.
(WILLIAM BLAKE)
Necesitamos conocer lo posible además de lo cierto; las conjeturas y las hipótesis y los fracasos además de los hechos; lo descartado y lo que pudo ser además de lo que fue.
(JAVIER MARÍAS)
Tuve un momento en la noche
que la muerte apetecía.
Si Dios no me la mandó,
quizá no la merecía.
La escalera debe barrerse empezando por arriba.
(proverbio rumano)
¿Para qué contradecir a una mujer? Es mucho más sencillo esperar a que cambie de opinión.
(BERNANOS)
Tropezando y cayendo, a andar va el niño aprendiendo.
No debemos jugar con las profundidades de los otros.
En 1592, Montaigne conversó con tres tupinambas cautivos llevados de Brasil a Francia y exhibidos ante el rey-niño Carlos IX. Y lo cuenta así:
"El Rey habló un rato con ellos; se les mostró nuestro modo de vida, nuestra magnificencia, y las cosas dignas de verse en una bella ciudad. Yo les pregunté qué pensaban de todo esto y qué les había parecido lo más notable. Ellos dijeron que habían advertido entre nosotros algunos hombres atiborrados de toda clase de cosas mientras que sus otras mitades eran mendigos ante sus puertas, demacrados por el hambre y la pobreza. Les pareció extraño que estas menesterosas mitades tuvieran que sufrir tanta injusticia y no agarraran a los otros del cuello o incendiaran sus casas".
(ROBERT RIVAS)
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