martes, 13 de abril de 2010
El hombre de los globos (por Saiz de Marco)
Por la Calle Tristeza y aledaños cruza a veces
el hombre de los globos.
Y basta ver su manojo de globos para que
las calles muden de nombre:
a Calle del Sosiego
o de la Risa.
De vez en cuando el hombre de los globos
regala a quienes pasan
globos verdes
o naranjas
o rojos
o violetas...
Y de pronto sus caras se encienden
como la de un niño cuando va a la feria:
como ese niño grandullón que somos.
Con un nudo se los atan al brazo
y olvidan,
mientras tienen gas los globos,
el primitivo nombre de la calle.
(Oiga, señor, déme ese globo azul.
Sí, por favor: ¡ lo necesito tanto !)
Ojalá que al doblar aquella esquina
veamos venir al
hombre de los globos.
el hombre de los globos.
Y basta ver su manojo de globos para que
las calles muden de nombre:
a Calle del Sosiego
o de la Risa.
De vez en cuando el hombre de los globos
regala a quienes pasan
globos verdes
o naranjas
o rojos
o violetas...
Y de pronto sus caras se encienden
como la de un niño cuando va a la feria:
como ese niño grandullón que somos.
Con un nudo se los atan al brazo
y olvidan,
mientras tienen gas los globos,
el primitivo nombre de la calle.
(Oiga, señor, déme ese globo azul.
Sí, por favor: ¡ lo necesito tanto !)
Ojalá que al doblar aquella esquina
veamos venir al
hombre de los globos.
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6 comentarios:
Verdad a medias, mentira entera.
Es probable que a veces ocurran cosas improbables.
Los días felices los pone allí el recuerdo. Por eso son tan tristes.
(FERLOSIO)
Nunca es viejo el corazón que ama.
(proverbio indonesio)
No se deberían leer más que los libros que nos pican y nos muerden. Si el libro que leemos no nos despierta con un puñetazo en el cráneo, ¿para qué seguir?
(KAFKA)
Nada que merezca la pena aprender puede ser enseñado.
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