lunes, 19 de abril de 2010
La mirada del otro (por José Emilio Pacheco)
El pez en el acuario
mudo observa
el espacio que mide con su vuelo.
Del agua sólo sabe:
“esto es el mundo”.
De nosotros lo azoran los enigmas.
“¿Quiénes serán? Extraños prisioneros
de la Tierra y el aire.
Si vinieran aquí se asfixiarían.
“Los compadezco. Pobres animales
que dan vueltas eternas al vacío.
“Viven para ser vistos.
Son carnada
de un poderoso anzuelo inexplicable.
“Algún día
he de verlos inertes, boca arriba,
flotantes en la cima de su Nada”.
mudo observa
el espacio que mide con su vuelo.
Del agua sólo sabe:
“esto es el mundo”.
De nosotros lo azoran los enigmas.
“¿Quiénes serán? Extraños prisioneros
de la Tierra y el aire.
Si vinieran aquí se asfixiarían.
“Los compadezco. Pobres animales
que dan vueltas eternas al vacío.
“Viven para ser vistos.
Son carnada
de un poderoso anzuelo inexplicable.
“Algún día
he de verlos inertes, boca arriba,
flotantes en la cima de su Nada”.
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3 comentarios:
NO VIVAS PARA QUE TU PRESENCIA SE NOTE, SINO PARA QUE TU FALTA SE SIENTA.
En mentira te cogí y nunca más te creí.
He sido mi padre y he sido mi hijo, me he planteado preguntas y las he contestado lo mejor que pude, me he hecho repetir, noche tras noche, la misma historia, que me sabía de memoria sin poder creerla, o caminábamos, cogidos de la mano, mudos, sumergidos en nuestros mundos, cada uno en sus mundos, con las manos olvidadas, una en la otra. Así he resistido, hasta el presente. Y aún esta noche parece que todo marcha bien, estoy en mis brazos, me tengo en mis brazos, sin mucha ternura, pero fielmente, fielmente. Durmamos, como bajo aquella lejana lámpara, confundidos, por haber hablado tanto, escuchado tanto, penado tanto, jugado tanto.
(SAMUEL BECKETT)
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