viernes, 15 de octubre de 2010
Eso a un gato no se le hace (por Wislawa Szymborska)
Morir, eso a un gato no se le hace.
Porque, ¿que puede hacer un gato
en un piso vacío?
Subirse por las paredes.
Restregarse contra los muebles.
Nada aquí ha cambiado,
pero nada es como antes.
Nada ha cambiado de sitio,
pero todo está descolocado.
Y la luz sigue apagada al anochecer.
Se oyen pasos en la escalera,
pero no los esperados.
Una mano deja pescado en el plato
y no es, tampoco, la de antes.
Algo no empieza
a la hora de siempre.
Algo no pasa
según lo establecido.
Alguien estaba aquí, estaba siempre,
y de repente desapareció
y se empeña en no estar.
Se ha buscado ya en los armarios,
se han recorrido los estantes.
Se ha comprobado bajo la alfombra.
Incluso se ha roto la prohibición
de esparcir papeles.
¿Qué más se puede hacer?
Dormir y esperar.
¡Ay, cuando vuelva,
ay, cuando aparezca!
Se va a enterar de que éstas no son maneras
de tratar a un gato.
Como quien no quiere la cosa,
habrá que acercársele,
despacito,
sobre unas patitas, muy, muy ofendidas.
Y nada de brincos ni maullidos al principio.
Porque, ¿que puede hacer un gato
en un piso vacío?
Subirse por las paredes.
Restregarse contra los muebles.
Nada aquí ha cambiado,
pero nada es como antes.
Nada ha cambiado de sitio,
pero todo está descolocado.
Y la luz sigue apagada al anochecer.
Se oyen pasos en la escalera,
pero no los esperados.
Una mano deja pescado en el plato
y no es, tampoco, la de antes.
Algo no empieza
a la hora de siempre.
Algo no pasa
según lo establecido.
Alguien estaba aquí, estaba siempre,
y de repente desapareció
y se empeña en no estar.
Se ha buscado ya en los armarios,
se han recorrido los estantes.
Se ha comprobado bajo la alfombra.
Incluso se ha roto la prohibición
de esparcir papeles.
¿Qué más se puede hacer?
Dormir y esperar.
¡Ay, cuando vuelva,
ay, cuando aparezca!
Se va a enterar de que éstas no son maneras
de tratar a un gato.
Como quien no quiere la cosa,
habrá que acercársele,
despacito,
sobre unas patitas, muy, muy ofendidas.
Y nada de brincos ni maullidos al principio.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Se nota que la autora tiene gato y conoce bien su psicología, su felina personalidad. Nadie debería morir, pero mucho menos los amos de un perro o de un gato, pues ninguno de éstos merece quedarse huérfano de amo(r).
Cuando dos elefantes luchan, quien más sufre es la hierba.
-¿Con qué te lavas la cara,
que tan colorada estás?
-Me lavo con agua clara
y Dios pone lo demás.
En sus escamas
traslada una sardina
el arcoiris.
(ANDRÉS NEUMAN)
Publicar un comentario