martes, 11 de enero de 2011
En trémulo seguir (por Fernando Pessoa)
Soñar un sueño es perder otro. Entristecido
contemplo el puente pesado y en calma…
cada sueño es un existir de otro sueño.
¡Oh, alma mía, eterna desterrada en ti misma!
Siento en mi cuerpo más conscientemente
el rodar estremecido del tren. ¿Se para?
Como con un intento intermitente
de mal rodar, se detiene. En una estación, clara
de realidad y gente y movimiento.
Miro afuera… Ceso… Me estanco en mí.
Resoplar de la máquina… Caricia de viento
pero la ventana se abre… Estoy distraído…
Parar…Seguir… Parar… Esto no tiene fin.
¡Oh el horror de la llegada! ¡Horror! ¡Oh nunca
llegar, oh hierro en trémulo seguir!
Al margen del viaje prosigue… Trunca
la realidad, pasa al lado del ir
y por el lado interior de la Hora
huye, usa la eternidad, vive…
Sobrevive el momento. ¡Va!
Suavemente…, suavemente, cada vez más suave y tarda,
entra en la estación… Rechina… Se detiene… ¡Es ahora!
Todo lo que fui en sueños, el otro-yo que tuve
resbala por mi alma… Negro declive
resbala, se hunde, se evapora para siempre
y de mi conciencia un Yo que nunca obtuve
dentro en mí de mí cae.
contemplo el puente pesado y en calma…
cada sueño es un existir de otro sueño.
¡Oh, alma mía, eterna desterrada en ti misma!
Siento en mi cuerpo más conscientemente
el rodar estremecido del tren. ¿Se para?
Como con un intento intermitente
de mal rodar, se detiene. En una estación, clara
de realidad y gente y movimiento.
Miro afuera… Ceso… Me estanco en mí.
Resoplar de la máquina… Caricia de viento
pero la ventana se abre… Estoy distraído…
Parar…Seguir… Parar… Esto no tiene fin.
¡Oh el horror de la llegada! ¡Horror! ¡Oh nunca
llegar, oh hierro en trémulo seguir!
Al margen del viaje prosigue… Trunca
la realidad, pasa al lado del ir
y por el lado interior de la Hora
huye, usa la eternidad, vive…
Sobrevive el momento. ¡Va!
Suavemente…, suavemente, cada vez más suave y tarda,
entra en la estación… Rechina… Se detiene… ¡Es ahora!
Todo lo que fui en sueños, el otro-yo que tuve
resbala por mi alma… Negro declive
resbala, se hunde, se evapora para siempre
y de mi conciencia un Yo que nunca obtuve
dentro en mí de mí cae.
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6 comentarios:
Identidad, complicado problema...
Aunque no venga muy a cuento, yo a vece me pregunto:
Si mi herencia genética hubiera sido la misma -exactamente la misma- que la de Hitler y mis circunstancias vitales hubieran sido las mismas -exactamente las mismas- que las de Hitler, ¿habría yo actuado en todo igual que él?
¿Que creéis?
Publio, el tema que planteas es en extremo peliagudo. Ciertamente tu planteamiento es muy interesante. Si tuviéramos exactamente la misma herencia genética de Hitler y exactamente sus mismas experiencias vitales, ¿habríamos actuado en todo como él?
Ummmm... Muy complicado, porque también es verdad que las circunstancias y experiencias vitales las va fabricando uno a lo largo de su existencia, y de cada experiencia o circunstancia se derivan otras distintas, de modo que cada cual va trazando su propio camino lleno de meandros, recovecos y bifurcaciones.
Pero te diré una cosa: Sospecho que un planteamiento como el que sugieres nunca será reconocido oficialmente porque ese determinismo supondría la negación del libre albedrío y por tanto la quiebra del principio de autorresponsabilidad (y, por ende, del derecho penal).
Y sin duda es necesario que haya un sistema punitivo para que las conductas humanas no incurran de lleno en la completa antisocialidad. Por eso a los criminales nazis se les juzgó y condenó en Nüremberg. Y es bueno que se hiciera.
Dicho de otro modo: Es posible que Hitler sea hijo de su herencia biológica y de sus circunstancias, pero lo que no puede hacerse es exculparle. Antes al contrario, hay que reforzar el sistema punitivo para que esas conductas estén criminalizadas (Si desde el principio Hitler hubiera sido encarcelado por discriminación racial, el problema se habría acabado.) O sea, habrá que cambiar las circunstancias (familiares, sociales, educativas, jurídicas, punitivas, etc) para que en lo sucesivo nadie incurra en conductas tan deleznables como las de ese individuo.
En este mundo yo sólo sé de dos desgracias: la primera es no conseguir lo que uno desea, y la otra es conseguirlo; ¡esta última es una verdadera tragedia!
(ÓSCAR WILDE)
Quisiera ser como el aire
para tenerte a mi vera
sin que lo notara nadie.
El mundo es cruel pero, por suerte, no es solamente cruel.
Has de saber, extranjero recién llegado a este planeta -dijo-, que hemos alcanzado el más alto conocimiento de las fuentes de todos los sufrimientos, preocupaciones y desgracias que padecen los seres unidos en la sociedad. Dicha fuente estriba en el individuo, en su personalidad particular. La sociedad, la colectividad, es eterna y regida por unas leyes constantes e inamovibles, iguales a las que rigen el poderío de soles y estrellas. El individuo se caracteriza por inestabilidad, por falta de decisión, por lo accidental de sus acciones y, sobre todo, por su transitoriedad. Nosotros hemos suprimido totalmente el individualismo a favor de la sociedad. En nuestro planeta sólo existe la colectividad: no hay en él individuos.
(STANISLAW LEM)
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