martes, 4 de enero de 2011
Esos seres distintos (por Rafael Adolfo Téllez)
Una mujer y un hombre que se miran
a fines de 1957,
y en el umbral de una casa con luna
preguntan cómo será mi cara.
Alguien que sorprende en la flor helada del naranjo
su destino.
Quien no ha nacido.
Quien ignora todas las cosas.
El que cruza la plaza de noche
y entre la lluvia encuentra el rostro de sus padres.
Quien conoció una parra, un patio, un aljibe
que son aún su entraña.
Quien amó una calle.
Quien amó a una mujer como a sí mismo.
El que está solo.
El que escribe estos versos.
Soy esos seres distintos y se han ido.
a fines de 1957,
y en el umbral de una casa con luna
preguntan cómo será mi cara.
Alguien que sorprende en la flor helada del naranjo
su destino.
Quien no ha nacido.
Quien ignora todas las cosas.
El que cruza la plaza de noche
y entre la lluvia encuentra el rostro de sus padres.
Quien conoció una parra, un patio, un aljibe
que son aún su entraña.
Quien amó una calle.
Quien amó a una mujer como a sí mismo.
El que está solo.
El que escribe estos versos.
Soy esos seres distintos y se han ido.
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6 comentarios:
Me recuerda lo que dice Antonio Tabucchi en la novela Sostiene Pereira, sobre la confederación de yoes: somos (cada uno es) una amalgama de yoes regidos por un yo hegemónico. Y ese yo hegemónico, que manda o gobierna sobre los demás yoes, puede cambiar. Es decir: el yo que rige sobre los demás yoes puede ser sustituido por otro yo más preeminente, que entonces pasa a convertirse en el yo hegemónico que reina sobre la confederación de yoes. En fin, un lío, pero tiene mucho de verdad.
Quien con lobos se junta, enseguida aúlla.
Pa' las cuestas arriba
quiero a mi mulo;
que las cuestas abajo...
yo me las subo.
No hay deber que descuidemos tanto como el de ser felices.
(STEVENSON)
Creo que podemos progresar en el conocimiento de la verdad histórica, de la misma manera que progresamos en la verdad científica. La verdad es sólo el resultado de un tenaz e interminable proceso de verificación. No es una iluminación, ni una intuición ni una experiencia privada. Deberíamos defender el “derecho a la verdad”, como elemento fundamental para desactivar los odios. Ese derecho está admitido internacionalmente Siguiendo resoluciones del Consejo de Derechos Humanos, la Asamblea General de las Naciones Unidas enfatizó que la comunidad internacional debe “procurar reconocer el derecho de las víctimas de violaciones graves a los derechos humanos, así como el de sus familias y la sociedad en general a conocer la verdad hasta donde sea posible”( Naciones Unidas. Consejo de Derechos Humanos. Resolución 9/11 de 24 de septiembre de 2008. El derecho a la verdad, A/HRC/RES/9/11). Pero no sólo es la verdad sobre las víctimas la que debemos conocer, sino en general la verdad de lo que sucede, porque sólo así comprendernos. Los historiadores deben colaborar para que la Historia estimule el pensamiento crítico, que no es más que la lucha por el derecho a la verdad. Deben defender a la sociedad de caer en la tentación de utilizar los relatos históricos como armas. James W.Loewen, autor del bestseller Lies My Teacher Told Me, ha contado en Teaching what Really Happened (Columbia University Press, 2010) su lucha por cambiar los libros de texto de Historia en los EEUU. Su primera batalla fue cuando intentó que se hablara de los linchamientos en los libros escolares del estado de Mississippi. Fue censurado, y acudió a los tribunales, que le dieron la razón.
La conclusión puede resumirse así: la Verdad histórica es posible. Siempre será compleja porque el comportamiento humano lo es. Su conocimiento es necesario para comprender lo que sucede y por qué sucede. Como escribió Virgilio “Felix qui potuit cognoscere causas”, feliz el que puede conocer las causas (Georgias, II, 490).
(JOSÉ ANTONIO MARINA)
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