sábado, 15 de enero de 2011
Hacia las 2.30 de la tarde (por Charles Bukowski)
los perros y los ángeles no andan
muy lejos.
suelo ir a un garito
a comer
hacia las 2.30 de la tarde
porque toda la gente que come
allí está cuerda por completo,
alegre sencillamente de estar viva y
comiendo su comida
cerca de un ventanal
que da la bienvenida al sol
pero no deja que entren los coches
ni las aceras.
cruzando la calle hay un bar topless
chino
que ya está abierto a las 2.30 de
la tarde.
está pintado de un inane e inerme
azul.
se nos permite tomar tanto café
como podamos beber
y todos nos sentamos y bebemos en silencio
el fuerte café negro.
se está bien sentado en algún lugar
público a las 2.30 de la tarde
sin que te arranquen la carne de
los huesos.
nadie nos molesta.
no molestamos a nadie.
los ángeles y los perros no andan
muy lejos
a las 2.30 de la tarde.
tengo mi mesa preferida
junto al ventanal
y después de acabar
apilo los platos, platillos,
la taza, los cubiertos, etc.
pulcramente
en un cómodo montoncito
-mi ofrenda a la
camarera entrada en años-
comida y tiempo
incólumes,
y ese cabrón de sol
ahí fuera
afanándose a base de bien
arriba y
abajo.
muy lejos.
suelo ir a un garito
a comer
hacia las 2.30 de la tarde
porque toda la gente que come
allí está cuerda por completo,
alegre sencillamente de estar viva y
comiendo su comida
cerca de un ventanal
que da la bienvenida al sol
pero no deja que entren los coches
ni las aceras.
cruzando la calle hay un bar topless
chino
que ya está abierto a las 2.30 de
la tarde.
está pintado de un inane e inerme
azul.
se nos permite tomar tanto café
como podamos beber
y todos nos sentamos y bebemos en silencio
el fuerte café negro.
se está bien sentado en algún lugar
público a las 2.30 de la tarde
sin que te arranquen la carne de
los huesos.
nadie nos molesta.
no molestamos a nadie.
los ángeles y los perros no andan
muy lejos
a las 2.30 de la tarde.
tengo mi mesa preferida
junto al ventanal
y después de acabar
apilo los platos, platillos,
la taza, los cubiertos, etc.
pulcramente
en un cómodo montoncito
-mi ofrenda a la
camarera entrada en años-
comida y tiempo
incólumes,
y ese cabrón de sol
ahí fuera
afanándose a base de bien
arriba y
abajo.
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11 comentarios:
¿Un topless chino?
Un poema surrealista, sin duda.
O será que este pueblo otrora sufrido y campesino se ha dejado alienar definitivamente por el espejo deformante de Occidente, y ya no hay actividad lucrativa que repugne a los frenéticos conversos a la Economía de Mercado.
Veo que hay obras en el bazar chino cercano a casa. Han entrado ayer con una bobina de raso rojo; también han colocado un andamio en la entrada y parece que están desmontando el letrero de contrachapado y que colocan otro de tubos de neón.
¿Será un topless en ciernes? ¿ Y si la insignificante chinita que parece vivir atada a la caja registradora -la que me tiene que orientar siempre en el laberinto de estantes cuando busco alguna bagatela- me sorprende un día de estos con el torso desnudo, mostrando unos cándidos pechitos de adolescente?
¿Llegarán a tanto?
Son muy suyos esos chinos...
Bueno, yo creo que lo que ocurre es que, movidos por la necesidad, los chinos (como probablemente otras personas asiáticas) están dispuestos a trabajar mucho más duramente que nosotros, con jornadas más largas, con menos descansos y menos sueldo, y por eso se están haciendo con gran parte de nuestro comercio.
¿Tendrán tiempo para leer poesía en China, Emilia?
¿Tendrán ganas?
¿Nos quedarán tiempo y ganas a nosotros, cuando seamos como ellos?
¿No ves que nos inundan con su quincalla y ni siguiera los blogs (los de poesía también peligran) se salvan de su obscena piratería mercantil?
¡Mamá, yo no quiero ser chino!
Y además parece que tenemos que rogarles que compren nuestra deuda pública. ¡A dónde hemos llegado! Ahora bien, yo no tengo claro si querría ser china o no. Debe ser divertido eso de escribir ideográficamente y de arriba abajo. ¿No crees, amigo F?
Seralo muy guapamente.
Desgraciaíto aquél que como
el pan por manita ajena:
siempre mirando a la cara,
si la ponen mala o güena.
Cuando sueñas, eres el autor, el actor, el espectador y el teatro entero.
(BORGES)
Quien molesta a un perro, molesta a su dueño.
(proverbio tunecino)
Lo que se promete con vino, se olvida por el camino.
Felicidad es adaptarse y fluir con las situaciones de la vida disfrutando plenamente de las positivas y sin añadir sufrimiento a las adversas.
No trates de enseñar a un cerdo a cantar. Perderás tu tiempo y fastidiarás al cerdo.
(proverbio checheno)
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