lunes, 28 de noviembre de 2011
A mano amada (por Ángel González)
A mano amada,
cuando la noche impone
su costumbre de insomnio
y convierte
cada minuto en el aniversario
de todos los sucesos de una vida;
allí, en la esquina más negra del
desamparo, donde
el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,
los recuerdos me asaltan.
Unos empuñan tu mirada verde, otros
apoyan en mi espalda
el alma blanca de un lejano sueño,
y con voz inaudible,
con implacables labios silenciosos,
¡el olvido o la vida!,
me reclaman.
Reconozco los rostros.
No hurto el cuerpo.
Cierro los ojos para ver
y siento
que me apuñalan fría,
justamente,
con ese hierro viejo: la memoria.
cuando la noche impone
su costumbre de insomnio
y convierte
cada minuto en el aniversario
de todos los sucesos de una vida;
allí, en la esquina más negra del
desamparo, donde
el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,
los recuerdos me asaltan.
Unos empuñan tu mirada verde, otros
apoyan en mi espalda
el alma blanca de un lejano sueño,
y con voz inaudible,
con implacables labios silenciosos,
¡el olvido o la vida!,
me reclaman.
Reconozco los rostros.
No hurto el cuerpo.
Cierro los ojos para ver
y siento
que me apuñalan fría,
justamente,
con ese hierro viejo: la memoria.
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18 comentarios:
Allí donde la toques, la memoria duele. Si son malos recuerdos, con el dolor de la revivencia. Si son buenos recuerdos, con el dolor de la nostalgia. Bendito sea San Olvido.
Es curioso que a mí leer poesía generalmente me aburre, pero leerla así, de dado a dado (y tiro porque me ha tocado) y picoteando al azar y daquí y de allá, me ha enganchado. También porque son todo buenos poemas. No sé quiénes sois pero gracias.
¿Por qué olvidar y recordar no son actos voluntarios (como sacar la lengua, guiñar un ojo o mover un pie...)? ¿Por qué la memoria va a su bola, descontrolada y por libre?
Desmemorizar sin olvidar es voluntario...
A.
Pues yo a veces tengo ganas de borrarme mi memoria, como se hace con los ordenadores, y reinicializarme (que es más largo que reiniciarme). O sea, empezar de cero. Borrón y cuenta nueva. Ganas de irme, como dijo el poeta, donde habite el olvido.
¡Pobre del nadador que somorguja y bucea en ese mar salobre de la memoria!
DÁMASO ALONSO
somorgujar.
(Del lat. *submerguculāre, de mergŭlus, somormujo).
1. tr. Sumergir, chapuzar.
2. intr. Bucear bajo el agua.
Desmemorizar!!!. Qué gran hallazgo léxico. Todo un invento que habría que patentar urgentemente en la RAE.
Reainicializar mejor que reiniciar... Es verdad, Sergio, que últimamente hay mucha pasión por las palabras largas: los archisílabos. Y se dice recepcionar en vez de recibir. Aperturar en vez de abrir. Problemática en vez de problema. Posicionar en vez de poner. Audicionar en vez de oír. Visionar (o visualizar) en vez de ver. Y así un mogollón. Aparte de una gran soplapollez, es una pérdida de tiempo para quien habla y para quien escucha.
El verdadero hallazgo es el hacerlo...
Hay gente que se libra del suicidio
Otro palabro archisílabo. Implementar en vez de implantar.
Y lo que antes eran rayos (o relámpagos) ahora es aparato eléctrico: Tormentas con aparato eléctrico.
No digas razonar, di racionalizar. No digas intento, di tentativa. No digas tema, di temática. No digas problema, di problemática (o mejor aún problematicidad, que es todavía más largo).
¿Y qué diría D. Fernando Lázaro Carreter de esta horrible moda de los archisílabos, él que era tan cascarrabias para estos temas (perdón, estas temáticas)?
esternocleidomastoideo
El académico Lázaro Carreter, en El Dardo En La Palabra, ya se refería a esa horrible moda de los archisílabos. Pero quien más ha estudiado el asunto es Aurelio Arteta, quien publicó al respecto un memorable artículo en El País. Puede leerse en
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Archisilabos/elpepiopi/20081216elpepiopi_4/Tes
La calle de Después hace esquina con la plaza de Nunca.
El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido:
No sabrán nunca que nos hemos ido.
(BORGES)
Con APARATAJE eléctrico, que es aún más alargatorio.
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