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jueves, 24 de noviembre de 2011

Truncados (por Saiz de Marco)

Siempre a destiempo
incipientes
prematuros
teniendo que irnos de sitios
antes de llegar a ellos

Aún con la niñez a medias
y hubo que hacerse adulto

Aún sin madurar del todo
y empezó el marchitar

Aún sin entender la vida
y habrá que salir de ella

Siempre igual
pre-expulsados

Sin haber llegado aún ni habernos asentado
pero ya hay que marcharse

8 comentarios:

VS dijo...

Vamos, que no llegamos a echar raices en ningún sitio, en ningún estado. Que en todas partes estamos en precario, poco menos que viviendo de prestado.

Anónimo dijo...

Pues eso parece...sentirse integrado debe ser una sensación subjetiva particular en realidad

Anónimo dijo...

Y encima ahora han creado unas lentillas que proyectan una imagen frente al ojo de 1 pixel, como la visión de Terminator...

Al final iremos con la mochila a cuestas a todas partes

David L. dijo...

Hay veces que los comentarios están casi a la altura de los poemas. Y eso me gusta.

BSK dijo...

Todo un lujo ver por estos lares al gran (grande para nosotros que lo conocemos bien) Pablo Veiga. Qué gustazo leer tus comentarios en ZdeP (no confundir con ZP, ji-ji).

Esto además demuestra que un científico puede gozar de la poesía y que los límites entre la ciencia positiva y las humanidades son cada vez más grises y difusos. La ciencia, cuando habla de infinitos, antimateria, conciencia, subjetividad, neuropercepción... parece muchas veces que está expresándose con un lenguaje poético.

Pablo, amorcito, no nos dejes y prodígate todo lo que puedas.

casa de citas dijo...

Revelar el arte y ocultar al artista: he ahí el propósito del verdadero arte.

(ÓSCAR WILDE)

LA PHRASE LAPIDARIA dijo...

Un kilo menos un gramo, ya no es un kilo.

cajón desastre dijo...


Tembloroso de hormigas, ebrio de soles, sumergido entre líquenes, este tronco se pudre. Quiero decir que su corteza se hermana con el suelo y llena el vientre del planeta, mientras aún su corazón, asomado a la noche, se está desposando con la luna. Belleza, podredumbre, ¿de qué hablamos? Una sola palabra, una, bastaría para cantar. Feliz el que enmudece ante sí mismo.

(VICENTE GALLEGO)