domingo, 25 de noviembre de 2012
No dejes que la canción muera (por Henry Van Dyke)
Hace mucho, mucho tiempo, escuché una canción
(¿fue hace mucho o sólo ayer?).
Suaves heridas se abrieron ante su melodía
que descendía profunda hacia mi corazón.
Una canción de entrañable consuelo
que desde entonces me acompaña
en las horas más calmas y silenciosas
como un agudo, dulce sonido que nunca morirá.
Hace mucho, mucho tiempo, vi una pequeña flor
(¿fue hace mucho o sólo ayer?).
Tan hermosa en su fragancia de largas horas
que parecía querer revelarme sus secretos:
un pensamiento de alegría brotó en su ser
sin nunca pronunciar palabra; Y ahora, a menudo veo
que esa amigable, tierna flor ya nunca se marchitará.
Hace mucho, mucho tiempo, tuvimos un niño pequeño
(¿sucedió hace mucho o sólo ayer?).
Hacia los ojos de su madre y los míos, él sonrió
toda su corriente de inconsciente amor,
y cobijado en nuestros brazos durmió así.
¡Un ángel convocado! No pudimos retenerlo;
sin embargo, nuestros brazos en secreto
siguieron acunándolo.
Nuestro niño pequeño ya nunca desaparecerá.
¿Hace mucho, mucho tiempo? ¡Ah, memoria, aclárate!
(no fue hace mucho, sino ayer).
Tan pequeña, indefensa y amada,
no dejes que la canción muera, que la flor se marchite.
Su voz, sus ojos al despertar, su gentil reposar:
las pequeñas cosas están a salvo en tu memoria.
Permite que nuestro ángel habite allí, para siempre.
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4 comentarios:
Las instituciones pasan por tres períodos: el del servicio, el de los privilegios, y el del abuso.
(CHATEAUBRIAND)
Un niño juega
a enterrar a su padre.
Día de playa.
(BENET)
Cortesía y bien hablar, cien puertas nos abrirán.
Se ha detenido
una nube en la falda
de la montaña.
(SUSANA BENET)
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