Esta ciudad tiene muelles a los que llegan barcas sigilosas;
dóciles y estrechos pasos, altos galpones, y el viajero ve
(mientras el maletín de muestras le golpea las rodillas)
y oye, todavía por debajo de las máquinas que amainan,
anunciar su llegada a la orilla matinal.
Y nosotros, todavía medio dormidos,
percibimos el mugido de las llegadas a una triste distancia:
una vez más peliagudos dilemas en la puerta.
Ya verás cómo te equivocas, gritan, ya verás cómo te equivocas;
y nos levantamos. Por la noche suenan otra vez
llamando ahora al viajero que se marcha:
No por mucho tiempo, gritan, no por mucho tiempo.
Nos sacan a empujones de la comodidad, y nunca sabemos
con qué tranquilidad podríamos ignorar sus sirenas,
ni si, esta noche, la felicidad también se marcha.
6 comentarios:
Desde unos ojos
distintos de los tuyos
nunca te has visto.
(RAFAEL BALDAYA)
Si quieres que un asunto nunca se resuelva, encomiéndaselo a un comité.
A Sancho Panza
y antes de él a Jesús
llevó el borrico.
(CUQUI COVALEDA)
Amor de lejos, amor de pendejos.
(proverbio venezolano)
Las palabras son como las abejas, que tienen miel y aguijón.
(proverbio suizo)
Le pido al cielo
que seas para siempre
mi compañero.
(ANÓNIMO)
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