viernes, 31 de julio de 2015
Pedazos de palabras (por Roberto Juarroz)
Romper también las palabras,
como si fueran coartadas delante del abismo
o cristales burlados
por una conspiración de la luz y la sombra.
Y hablar entonces con los fragmentos,
hablar con pedazos de palabras,
ya que de poco o nada ha servido
hablar con las palabras enteras.
Reconquistar el olvidado balbuceo
que hacía juego en el origen con las cosas
y dejar que los pedazos se peguen después solos,
como se sueldan los huesos,
como se sueldan las ruinas.
A veces lo roto precede a lo entero,
los trozos de algo son anteriores a algo.
El aprendizaje de las unidades aún más humilde e incierto
que lo que sospechamos.
La verdad es tan poco segura (para el hombre)
como su negación.
como si fueran coartadas delante del abismo
o cristales burlados
por una conspiración de la luz y la sombra.
Y hablar entonces con los fragmentos,
hablar con pedazos de palabras,
ya que de poco o nada ha servido
hablar con las palabras enteras.
Reconquistar el olvidado balbuceo
que hacía juego en el origen con las cosas
y dejar que los pedazos se peguen después solos,
como se sueldan los huesos,
como se sueldan las ruinas.
A veces lo roto precede a lo entero,
los trozos de algo son anteriores a algo.
El aprendizaje de las unidades aún más humilde e incierto
que lo que sospechamos.
La verdad es tan poco segura (para el hombre)
como su negación.
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8 comentarios:
La duda es uno de los nombres de la inteligencia.
( BORGES)
Una manzana mala pudre una tonelada.
Siempre imaginé el Paraíso como una clase de biblioteca.
(BORGES)
Queda la selva
sola y triste sin Mowgli.
Y yo también.
(CUQUI COVALEDA)
¿Qué me importan “mis ideas”. No hay ideas “mías” ni “tuyas”, ni de “aquél”; son de todos y de nadie. La originalidad de cada cual estriba en vaciar su alma; en el soplo que anima su obra. Nadie se apropia de nadie y todo lo sabemos entre todos.
(UNAMUNO)
El día que yo me muera
me han enterrar con guitarra
por si acaso se organiza
en el cielo alguna farra.
Huele a hoguera el sol al despedirse
de la cal de la casa que crepita
en el valle, y son brasas de un cielo
consumido las flores del almendro.
Las llamas prenden en las copas
de los pinos. Los pájaros se incendian.
Ya todo en la sazón,
qué queda sino arder,
arder en el silencio.
(ÁNGEL JAVIER AGUILAR BAÑÓN)
Quien no usa bien de lo que sabe, no sabe saber.
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