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viernes, 22 de abril de 2016

Amor al prójimo (por Max Jacob)


¿Quién vio al sapo cruzar una calle? Es todo un hombrecito: una muñeca no es más minúscula. Se arrastra sobre las rodillas: ¿tiene vergüenza, tal vez...? ¡No: es romántico! Una pierna se le retrasa, ¡y la vuelve a traer! ¿Adonde va, así? Sale del albañal, pobre clown. Nadie vio a este sapo en la calle. Antes nadie me veía en la calle, pero hoy los niños se burlan de mi estrella amarilla. ¡Sapo feliz! Tú no tienes estrella amarilla.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué suerte, sapito, no tener un sapo (ni un rana) Hitler en tu charca.

ORáKULO dijo...

No es verdadera ley aquélla que no conlleva sanciones efectivas por su incumplimiento.

casa de citas dijo...



No digáis nunca ni Bilbao para los bilbaínos, ni Vasconia para los vascos, que al decirlo renegáis de nuestra raza; decid más bien: todo para todos.

(UNAMUNO)

hAiKu dijo...

Sobre las tejas
el congreso de gatos
todas las tardes.

( MARGARITA GARCÍA SANSEGUNDO )

cajón desastre dijo...

Somos física y química, sí, pero con una gota de misterio.

(GARCI)

batiBURRILLO dijo...

¡Los dioses confundan al primer hombre

que descubrió la manera de distinguir las horas, y confundan también a quien puso aquí un reloj de sol para cortar y despiezar tan horriblemente mis días en fragmentos pequeños!

(PLAUTO)

batiBURRILLO dijo...

¡Los dioses confundan al primer hombre que descubrió la manera de distinguir las horas, y confundan también a quien puso aquí un reloj de sol para cortar y despiezar tan horriblemente mis días en fragmentos pequeños!





(PLAUTO)