las cosas naturales vuelven siempre:
las hojas a los árboles,
a las cumbres las nieves.
Han vuelto los vencejos;
lo que no es arte vuelve;
vuelta constante es la naturaleza
por cima de las leyes.
Han vuelto los vencejos;
¿ves como todo vuelve?
Todo lo que ha brotado al sol desnudo,
de la inexhausta fuente;
todo lo que no fue de algún propósito
producto endeble.
Han vuelto los vencejos;
¡augusto ritmo, única ley perenne!
¡El año es una estrofa
del canto permanente!
Todo vuelve, no dudes, todo vuelve:
vuelve la vida,
¡vuelve la muerte!
¡Cuanto tiene raíces en la vida
al fin y al cabo vuelve!
¡Han vuelto los vencejos,
y al pecho aquellas mismas ansias vuelven…!
Ahora comprenderás lo que en la vida
quiere decirnos: «¡Siempre!».
Siempre quiere decir la vuelta, el ritmo,
la canción de la mar en la rompiente;
si la ola se retira
ha de volver, pues es de lo que vuelve.
Vuelve todo lo que es naturaleza,
y tan sólo se pierde
lo que es remedo vano de los hombres,
sus artificios, invenciones, leyes…
Han vuelto los vencejos,
como ellos vuelven… ¡siempre!
Con su alegre chillar el aire agitan
y el cielo, con su raudo ir y volverse,
al caer de la tarde
cobrar vida parece.
No se posan ni paran, incansables;
sus pies ¿a qué los quieren?
Les basta con las alas,
criaturas celestes.
Con ritmo de saeta, ritmo yámbico,
los versos vivos de su vuelo tejen,
chillando la alegría
de sentirse vivientes…
Han vuelto los vencejos;
los del año pasado, los de siempre,
los mismos de hace siglos,
los del año que viene,
los que vieron volar nuestros abuelos
encima de sus frentes.
Han vuelto los vencejos;
criaturas del aire que no mueren
—¿quién muertos los ha visto?—
heraldos de la vida, amantes fieles
del largo día, de la mies dorada;
¡han vuelto los de siempre…!
¡Vencejos inmortales,
alados hijos de natura fuerte,
heraldos de cosechas y vendimias,
mensajeros celestes,
bienvenidos seáis a nuestro cielo,
vosotros… los de siempre!
4 comentarios:
El mismo canto en otros pájaros. El mismo olor en otras rosas.
No son los mismos, no son las mismas.
Pero su canción y su perfume son los de siempre.
Este UNAMUNO tiene mucho JUGO
¡Qué antiguas eran ya las armas, qué viejos eran ya los hombres, qué decrépito el mundo, qué anciana la palabra, ya en tu guerra, oh rey Agamenón!
(FERLOSIO)
He olvidado qué labios me han besado,
dónde y por qué, en qué brazos he dormido
hasta el amanecer; pero en el ruido
de la lluvia esta noche han llamado,
mi corazón dulcemente ha sufrido
por los tiernos muchachos que yo olvido
y que ya no despiertan a mi lado.
(EDNA MILLAY)
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