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lunes, 21 de diciembre de 2009

Escribiendo el currículum (por Wislawa Szymborska)

¿Qué hay que hacer? Escribir la solicitud y adjuntar el currículum.

Sin importar lo largo de la vida, el currículum ha de ser breve. Rigen la consistencia y elegir bien los hechos. Cambiar paisajes por direcciones y recuerdos borrosos por fechas fijas. De todos los amores sólo el del matrimonio, y de los hijos nada más que los nacidos. Importa más quién te conoce y no a quién conociste.

De tantos viajes, sólo los internacionales. Pertenecer a algo y no por qué. Menciones honoríficas sin su razón. Escribe como si nunca hubieras hablado contigo. Y pasarás de largo. No hables de perros, gatos, pájaros. Arrumba los recuerdos, los amigos, los sueños. Más sobre el precio, menos sobre el valor. Mejor el título que el contenido. Mejor la talla de tus zapatos que a dónde llevan.

A quien se supone que eres, adjuntar una foto. La oreja descubierta: lo que importa es su forma, no lo que oye.

¿Y qué es lo que se oye? El estruendo de la trituradora que destruye expedientes.

9 comentarios:

casa de citas dijo...

Saber lo que es justo y no hacerlo: he ahí la cobardía.

(CONFUCIO)

ORáKULO dijo...

Cuando uno está ya saciado, entonces desaparece el placer y comienza el hartazgo, que es una clase de dolor.

casa de citas dijo...


Enseñar es aprender dos veces.

(VOLTAIRE)

HAIKU DE GARCÍA MARTÍN dijo...



En el desván
germinan las semillas
que no he plantado.

Cide Hamete Benengeli dijo...


Pa una vez que te digo
-¡Péiname, Juana!”,
vas y tiras el peine
por la ventana.

Círculo Cultural FARONI dijo...


El que quiere que la vela siga ardiendo después de acabada, sólo consigue quemarse la mano.

(proverbio hindú)

TóTUM REVOLùTUM dijo...

No analices, no analices, y así no te martirices.

hAiKu dijo...


También el agua
repite su piel tersa,
igual, distinta.

(JOSÉ LUIS MORANTE)

Fuego de palabras dijo...

¿Recuerdas la playa

revestida de cristales amargos

sobre los que

no podíamos caminar descalzos?

¿El modo en que

mirabas el mar

y decías que me escuchabas?

¿Recuerdas

las gaviotas histéricas

girando en el tañido

de campanas de iglesias invisibles

y los peces como santos patrones,

el modo en que

corriendo, te alejabas

hacia el mar

y me gritabas que te hacía falta

distancia

para contemplarme?

La nieve

se apagaba

enredada entre las aves

en el mar;

con una desesperanza casi alegre

yo miraba

tus huellas en el mar

y el mar se cerraba como un párpado

sobre el ojo, dentro del cual yo esperaba.

(ANA BLANDIANA)