lunes, 11 de enero de 2010
El olvido te ocupa todo el tiempo (por Darío Jaramillo)
El olvido no es que algo se borre en la memoria,
el olvido te ocupa todo el tiempo,
a la hora del trabajo o del aseo,
cuando comes o rezas no te olvidas de olvidar.
Nadie repite, no hay regresos, lo sabemos,
pero no descanso de olvidarte,
me gasto cada noche entera contigo, olvidándote.
Tú bien lejos y yo aquí contigo.
Te expulso de mí, te exorcizo,
te llamo a cada segundo para que salgas de mi alma,
para que tu fantasma no me anule.
Ah, nuestros momentos de dicha quedan demasiado lejos
y ya no me justifican los insomnios de este olvido minucioso.
Se me va un día entero olvidando
cada minuto de nosotros.
el olvido te ocupa todo el tiempo,
a la hora del trabajo o del aseo,
cuando comes o rezas no te olvidas de olvidar.
Nadie repite, no hay regresos, lo sabemos,
pero no descanso de olvidarte,
me gasto cada noche entera contigo, olvidándote.
Tú bien lejos y yo aquí contigo.
Te expulso de mí, te exorcizo,
te llamo a cada segundo para que salgas de mi alma,
para que tu fantasma no me anule.
Ah, nuestros momentos de dicha quedan demasiado lejos
y ya no me justifican los insomnios de este olvido minucioso.
Se me va un día entero olvidando
cada minuto de nosotros.
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8 comentarios:
La diferencia entre un enano y un gigante es de apenas un metro.
-¿Que por qué estaba yo con esa mujer? Pues porque me recuerda a ti. De hecho, me recuerda a ti más que tú.
(GROUCHO MARX)
Casa de citas: Tu cita me recuerda la anécdota de Charles Chaplin, que se presentó (vestido de sí mismo) a un concurso de disfraces de Charles Chaplin... y quedó tercero.
Existen cosas en mi alma que no hago yo, sino que ocurren por sí mismas y tienen su propia vida.
La frase es de JUNG, de su Libro Rojo.
En los celos hay mucho más de autoestima que de amor.
Son esos cerros,
sobre el mar de llanura,
olas de piedra.
(CUQUI COVALEDA)
Diez años, y todavía está en la
radio. La vie en rose
se derrama desde una docena de ventanas
en el canal. Una mujer
y su hijo en una barcaza
de verduras la cantan. Un hombre, limpiando
la proa de su góndola,
la canta mientras su perro mueve la cola.
Los chicos jugando a la rayuela la cantan.
Ropa a medio lavar cuelga sobre las cabezas.
Flota basura en el estrecho canal.
Más radios se suman. A través
del canal, detrás de las ventanas enrejadas
de la Cárcel de Mujeres, un centenar
de puras voces de carteristas.
(KENNETH REXROTH)
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