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jueves, 21 de enero de 2010

La silla (por Federico Hernández)

Le pedí a esta silla que te esperara.
Disculpa si permanece fiel a mi desgracia,
si la encuentras firme como un soldado.
Ella no quiso dejarme solo.
Le hablé de ti con más pasión que la polilla.
Tuvo a bien agradecer con calma,
con resignada paciencia y con fricciones
-la casi inaudible voz de su madera-.
No se quejó como el casero,
no puso en duda mi avaricia,
no tuvo roces con mis llagas.
Por eso te espera, obediente;
por eso dice que estuve solo
y que mis abrigos ya no abrigan;
por eso nos ves aquí,
más honestos y amparados que una rabia.
Siéntate.
Ahora dinos que llegaste.

8 comentarios:

ORáKULO dijo...

A veces hay que cerrar los ojos para mirar lo que hemos visto.

LA PHRASE LAPIDARIA dijo...

El matrimonio hace extraños compañeros de cama.

Cide Hamete Benengeli dijo...

Menos faltarle a mi mare
to te lo consiento, serrana
menos faltarle a mi mare
que a una mare no se encuentra
y a ti te encontré en la calle.
¡Vete, vete! si no te tié cuenta.¯

¿Te acuerdas de aquella copla
que escuchamos aquel día
sin saber quién la cantaba
ni de qué rincón salía?
Pero qué estilo, qué duende,
qué sentimiento y qué voz,
creo que se nos saltaron
las lágrimas a los dos.
"Toíto te lo consiento
menos faltarle a mi mare
que a una mare no se encuentra
y a ti te encontré en la calle".
No vayas a figurarte
que esto va con intensión.
Tú sabes que por ti tengo
grabao en mi corasón
el queré más puro y firme
que ningún hombre sintiera
por la que Dios uno y trino
le entregó de compañera.
Pero es bonita la copla
y entra bien por soleares:
"Toíto te lo consiento
menos faltarle a mi madre".
Y me enterao casuarmente
de que le faltaste ayé
y mí nadie me lo ha dicho,
nadie, pero yo lo sé.
Yo tengo entre dos amores
mi corasón repartío
si me encuentro a uno llorando
es que el otro le ha ofendío;
y mira, yo no me quejo
de tus caprichos constantes.
¿Quieres un vestío? ¡catorse!
¿quieres un reló? ¡de brillantes!
Ni me importa que la gente
vaya de mí murmurando
que si soy pa ti un juguete,
que si me has quitao er mando,
que en la diestra y la siniestra
tienes un par de agujeros
por donde se va a los baños
el río de mis dineros...
¡Y a mí qué... !
Con tal de que de mi vera
tú nunca te desepares
toíto te lo consiento
menos faltarle a mi madre.
Porque ese mimbre de luto
que no levanta su voz
que en seis años no ha tenío
contigo ni un sí ni un no;
que anda como una pavesa,
que no gime ni suspira,
que se le llenan los ojos
de gloria cuando nos mira,
que me crió con su sangre,
que me llevaba la mano
para que me santiguara
como todo fiel cristiano
y a las candelas del hijo
consumió su juventú
cuando era cuarenta veses
mucho más guapa que tú.
Tienes que haserte a la cuenta
que la has visto en los artare
y jincarte de rodillas
antes de hablarle a mi mare;
porque el amó que te tengo
se lo debes a su amó,
que yo me casé contigo
porque ella me lo mandó.
Conque a ver si tu consiensia
se aprende esta copla mía
mu semejante a aquer cante
que escuchamos aquer día
sin sabé quién lo cantaba
ni de qué rincón salía:

¯Desde la cuna...
a mi mare de mi alma
la quiero desde la cuna,
¡por Dios! no me la avasalles
que mare no hay más que una
y a ti te encontré en la calle.¯

ORáKULO dijo...


La felicidad está donde la encuentras, raramente donde la buscas.

hAiKu dijo...

Yavéh no puso
ninguna biblioteca
en el Edén.

(CUQUI COVALEDA)

tERESA pANZA dijo...

Olivo y aceituno, los dos son uno.

batiBURRILLO dijo...

El matrimonio hace extraños compañeros de cama.

Aldonza Lorenzo dijo...

Caridad con trompeta no vale una puñeta.