martes, 26 de enero de 2010
Lo que esa música me entrega (por Fernando Pessoa)
El velo de lágrimas no ciega. Veo, llorando, lo que esa música me entrega
-la madre que tuve, el antiguo hogar, el niño que fui,
el horror del tiempo, porque fluye, el horror de la vida, ¡porque sólo es matar!-.
Veo y me adormezco en un torpor en que me olvido que existo aún en este mundo que existe...
Estoy viendo a mi madre tocar. Y esas manos blancas y pequeñas, cuya caricia nunca más me arrullará,
tocan al piano, cuidadosas y serenas, (¡Dios mío)
Un soir à Lima.
¡Ah, veo todo claro! Estoy otra vez allí.
Aparto de la luz de luna exterior y extraña los ojos con que la vi.
¿Pero qué? Divago y la música terminó...
Divago como siempre divagué sin tener en el alma la certeza de quien soy,
ni verdadera fe o una ley firme.
Divago, creo eternidades mías en un opio de memoria y de abandono.
Entronizo fantásticas reinas sin tener para ellas un trono.
Sueño porque me baño en el río irreal de la música evocada.
Mi alma es un niño harapiento que duerme en una oscura esquina.
Sólo tengo de mí, en la realidad cierta y despierta, los harapos de mi alma abandonada y la cabeza que sueña contra el muro.
Pero, madre, ¿no habrá un Dios que no me tome totalmente en vano,
u otro mundo en el que ahora esté esto?
Divago aún: todo es ilusión.
Un soir à Lima.
Quiébrate, corazón...
-la madre que tuve, el antiguo hogar, el niño que fui,
el horror del tiempo, porque fluye, el horror de la vida, ¡porque sólo es matar!-.
Veo y me adormezco en un torpor en que me olvido que existo aún en este mundo que existe...
Estoy viendo a mi madre tocar. Y esas manos blancas y pequeñas, cuya caricia nunca más me arrullará,
tocan al piano, cuidadosas y serenas, (¡Dios mío)
Un soir à Lima.
¡Ah, veo todo claro! Estoy otra vez allí.
Aparto de la luz de luna exterior y extraña los ojos con que la vi.
¿Pero qué? Divago y la música terminó...
Divago como siempre divagué sin tener en el alma la certeza de quien soy,
ni verdadera fe o una ley firme.
Divago, creo eternidades mías en un opio de memoria y de abandono.
Entronizo fantásticas reinas sin tener para ellas un trono.
Sueño porque me baño en el río irreal de la música evocada.
Mi alma es un niño harapiento que duerme en una oscura esquina.
Sólo tengo de mí, en la realidad cierta y despierta, los harapos de mi alma abandonada y la cabeza que sueña contra el muro.
Pero, madre, ¿no habrá un Dios que no me tome totalmente en vano,
u otro mundo en el que ahora esté esto?
Divago aún: todo es ilusión.
Un soir à Lima.
Quiébrate, corazón...
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7 comentarios:
La música abarca más que el lenguaje y, quizá porque hablan precisamente de música, estas palabras de Pessoa son más grandes que ellas mismas.
Aprender a hablar es aprender a traducir. Cuando el niño pregunta a su madre por el significado de esta o aquella palabra, lo que realmente pide es que traduzca a su lenguaje el término desconocido.
(OCTAVIO PAZ)
Empujadas por el viento
huyen mejor las palmeras.
¿De quiénes? No lo sabemos.
La solución a un problema complicado puede ser muy sencilla. Lo complejo entonces no es la solución, sino la niebla mental que nos impide verla.
Unas puertas tan perfectas
que no parecen levantadas
para pasar por ellas.
Unas puertas tan perfectas
como para quedarse
para siempre en una puerta.
Y desde allí
ver pasar todas las cosas,
sin entrar ni salir.
(JUARROZ)
Miedo es eso que te pasa por dentro cuando estás a punto de hacer lo que tienes que hacer.
a pesar de todo lo que respira
y se mueve, porque el Destino
(con las más largas manos blancas
puliendo cada pliegue)
deslavará del todo mi memoria y la tuya
antes de abandonar mi cuarto
me vuelvo (e inclinándome
por entre la mañana), beso
esta almohada, amor mío,
donde nuestras cabezas vivieron y fueron
(CUMMINGS)
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