sábado, 2 de enero de 2010
Última forma de amar (por Pedro Salinas)
No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar.
En esa realidad
hundida que se niega
a sí misma y se empeña
en que nunca ha existido,
que sólo fue un pretexto
mío para vivir.
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería.
Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
dolor, última forma
de amar.
En esa realidad
hundida que se niega
a sí misma y se empeña
en que nunca ha existido,
que sólo fue un pretexto
mío para vivir.
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería.
Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
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5 comentarios:
No hay amor sin dolor.
Hay unos versos de Ramón de Campoamor que, pese a ser bastante ripiosos (como todo lo de este autorr), no dejan de tener su parte de verdad:
Todo en el Amor es triste,
mas, triste y todo,
es lo mejor que existe.
También es doloroso -¿verdad Aurora?- verse atada al tronco muerto de un olivo milenario, y sentir las lacerantes saetas que taladran la carne mórbida, ardiente, suplicante...
Sebastiana mártir que agoniza tumbada en la curva praxitélica de las caderas, los muslos laxos, los labios entreabiertos, palpitantes en el postrer anhelo de beber el áspero aliento de los sayones... y morir en el espasmo.
Hay Sebastiana, Sebastiana, Sebastiana...
¡Ay, Sebastiana!, quería decir.
Uno se enardece a veces y pierde el concorriente.
Dos señoras mayores están en un parador de montaña,
y una dice: «Hay que ver lo mala que es aquí la comida». Y la otra replica: «Sí, ya, ya, y además
dan unas raciones tan pequeñas…».
Pues bien, así es cómo veo yo la vida.
(WOODY ALLEN)
En alquimia y en casar, es difícil acertar.
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