sábado, 24 de julio de 2010
Dejadme ya con ellos (por Emilio Coco)
Dejadme ya con ellos, con mis muertos.
Con tía Franca y su tímida sonrisa
dentro del marco oval de oro falso,
que se angustia las veces que no acudo
a la cita habitual de cada sábado.
Debajo está tía Gina que ha llegado
en enero de este año a mi despecho,
sin avisarme se marchó en el día
del bautismo de Alessio. No debías
hacerme esta injusticia. Te he llorado
encerrado en mi cuarto en Espinardo
mientras comían paella con mariscos
y brindaban con cava catalán.
Un poco más arriba están mis padres,
él con trinchera y el cabello espeso,
ella con traje negro, demacrada.
Finalmente, lindando con el techo,
reunidos todos en el mismo nicho,
la madre y dos hermanos de las tías,
el abuelo Michele que leía,
para pasar el tiempo, la Gaceta
mascando caramelos que compraba
con el diario en el bar de calle Roma.
Para ti hemos guardado el mejor sitio,
a la vista de todos, en el centro.
Faltan sólo la lápida y la foto.
Con tía Franca y su tímida sonrisa
dentro del marco oval de oro falso,
que se angustia las veces que no acudo
a la cita habitual de cada sábado.
Debajo está tía Gina que ha llegado
en enero de este año a mi despecho,
sin avisarme se marchó en el día
del bautismo de Alessio. No debías
hacerme esta injusticia. Te he llorado
encerrado en mi cuarto en Espinardo
mientras comían paella con mariscos
y brindaban con cava catalán.
Un poco más arriba están mis padres,
él con trinchera y el cabello espeso,
ella con traje negro, demacrada.
Finalmente, lindando con el techo,
reunidos todos en el mismo nicho,
la madre y dos hermanos de las tías,
el abuelo Michele que leía,
para pasar el tiempo, la Gaceta
mascando caramelos que compraba
con el diario en el bar de calle Roma.
Para ti hemos guardado el mejor sitio,
a la vista de todos, en el centro.
Faltan sólo la lápida y la foto.
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3 comentarios:
Todos los que se fueron, toda esa retahíla, esa muchedumbre, esa enorme sucesión de personas -sin duda más que los vivos-, esa multitud que pasó por aquí (y por nosotros).
Gente que pasó y ya no está, aunque sus cenizas forman ahora parte del planeta, de la arena y el barro que pisamos.
Tantos y tantos...
Cae la lluvia sobre todos los vivos y sobre todos los muertos de la Tierra, dice James Joyce en el cuento "Los Muertos", incluido en "Dublineses".
Sólo los jinetes malos manejan el potro a palos.
Cada vez que considero
que me tengo que morir,
tiendo mi capa en el suelo
y me jarto de dormir.
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