lunes, 26 de julio de 2010
¿Has pensado en la paciencia? (por Antonio Gamoneda)
Siéntate en medio de las ruinas, siéntate con dulzura en el medio o al borde de las ruinas.
Son nuestra única propiedad y yo comienzo a distinguir algunas
semillas y láudano y ciertos coágulos obedientes al
ejercicio de la luz.
De esta pasión, de los proverbios posteriores a tu vértigo, del
animal que llora y su piedad está sobre nosotros,
tú deducirías lacre y lo pondrías en mis ojos, o quizá limaduras
de níquel y otras materias aborrecibles.
Sin embargo tú amabas la suntuosidad de las banderas en el azul,
encima de las bodegas.
¿Sabes qué es el olvido? ¿Qué has encontrado tú en la reserva del
olvido?
Todas las enseñanzas se extinguieron como carburo en el fondo de
galerías inacabadas;
todas las enseñanzas menos la palpitación del bosque y algunas
huellas sobre mi carne.
El río desciende aún y yo no siento ahora sino el olor del agua.
Tus hijos y mis hijas se sumergen en el río y los que no
olvidaron no se acercan nunca porque serían recibidos y
quizá entrasen en nuestros cuerpos y morirían.
¿Has pensado en la paciencia, has pensado en la paciencia
semejante a ónice, en la paciencia excavando tumbas en el
sonido, abandonando telas inicuas a los vientos que
llegarán, que llegarán como cada vez después de las
expulsiones?
La ciudad no está limpia, pero en los ejidos hay irritación y el
cornezuelo y el centeno cohabitan y crece un alimento que
será comido por nuestros hijos.
Son nuestra única propiedad y yo comienzo a distinguir algunas
semillas y láudano y ciertos coágulos obedientes al
ejercicio de la luz.
De esta pasión, de los proverbios posteriores a tu vértigo, del
animal que llora y su piedad está sobre nosotros,
tú deducirías lacre y lo pondrías en mis ojos, o quizá limaduras
de níquel y otras materias aborrecibles.
Sin embargo tú amabas la suntuosidad de las banderas en el azul,
encima de las bodegas.
¿Sabes qué es el olvido? ¿Qué has encontrado tú en la reserva del
olvido?
Todas las enseñanzas se extinguieron como carburo en el fondo de
galerías inacabadas;
todas las enseñanzas menos la palpitación del bosque y algunas
huellas sobre mi carne.
El río desciende aún y yo no siento ahora sino el olor del agua.
Tus hijos y mis hijas se sumergen en el río y los que no
olvidaron no se acercan nunca porque serían recibidos y
quizá entrasen en nuestros cuerpos y morirían.
¿Has pensado en la paciencia, has pensado en la paciencia
semejante a ónice, en la paciencia excavando tumbas en el
sonido, abandonando telas inicuas a los vientos que
llegarán, que llegarán como cada vez después de las
expulsiones?
La ciudad no está limpia, pero en los ejidos hay irritación y el
cornezuelo y el centeno cohabitan y crece un alimento que
será comido por nuestros hijos.
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4 comentarios:
Tanto reloj de oro,
tanta cadena,
y luego van a casa
y no tienen cena.
Los malos hierbajos, arráncalos de cuajo.
Puertecita que no cierra,
pa qué ponerle candados
si siempre se queda abierta.
En la vida, hay que estar loco por algo para no volverse loco del todo.
(CHESTERTON)
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