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sábado, 18 de septiembre de 2010

Laberinto hijo mío (por Blanca Varela)

porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío

no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
de arcángel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie

aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme -nada infinita-
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver

8 comentarios:

tERESA pANZA dijo...

El dolor de la cabeza tapa el dolor de la oreja.

casa de citas dijo...

Busca el arquero con los ojos un blanco para sus flechas. Y ¿no lo buscaremos para nuestras vidas?

(ARISTÓTELES)

Cide Hamete Benengeli dijo...


Capullito, capullito,
ya te vas volviendo rosa.
Ya te va llegando el tiempo
de decirte alguna cosa.

Ignatius Reilly dijo...

La vida es de esa clase de invitados que nunca le visita a uno dos veces.

(KABIR)

Aldonza Lorenzo dijo...

Tiene ventura quien la procura.

ORáKULO dijo...

No importa dónde estás, sino de quién te rodeas.

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Necesitamos llegar a adultos para entender que los adultos no existen: que sólo hay niños crecidos, niños y niñas entrados en años.

hAiKu dijo...

Haz una hoguera,
prende fuego al baúl
de los recuerdos.

(CUQUI COVALEDA)