sábado, 20 de noviembre de 2010
Estas piedras (por Giorgios Seferis)
Dame tus manos, dame tus manos, dame tus manos.
He visto en medio de la noche
la puntiaguda cima de la montaña.
He visto más allá la llanura anegada
en la luz de una luna que brillaba escondiéndose.
Al volver la cabeza he visto
las negras piedras apretujadas
y mi vida en tensión como una cuerda,
principio y fin,
el instante postrero;
mis manos.
Se hunde el que sustenta las enormes rocas;
piedras que soporté mientras podía,
piedras que amé mientras podía,
estas piedras, mi destino.
Herido por mi propio consuelo,
tiranizado por mi propia túnica,
condenado por mis propios dioses,
estas piedras.
Sé que no saben, pero yo
que seguí tantas veces
la ruta que conduce del asesino a la víctima,
desde la víctima al castigo
y del castigo al otro crimen,
palpando
la inextinguible púrpura,
la tarde aquella del retorno
cuando las furias empezaban a silbar
entre la hierba rala,
he visto las serpientes cruzadas con las víboras,
entrelazadas en generación maldita;
nuestro destino.
Voces que vienen de la piedra, del sueño,
más profundas aquí, en donde se oscurece el mundo
memoria del esfuerzo enraizado en el ritmo
que golpea la tierra
con pies ya en el olvido,
cuerpos engullidos en los cimientos
de otra era, desnudos. Ojos
tercamente clavados en un punto
que no distinguirás por más que quieras;
el alma
que lucha por volverse tu alma.
Ya no te pertenece ni siquiera el silencio,
aquí donde las piedras de molino detuvieron
su marcha.
He visto en medio de la noche
la puntiaguda cima de la montaña.
He visto más allá la llanura anegada
en la luz de una luna que brillaba escondiéndose.
Al volver la cabeza he visto
las negras piedras apretujadas
y mi vida en tensión como una cuerda,
principio y fin,
el instante postrero;
mis manos.
Se hunde el que sustenta las enormes rocas;
piedras que soporté mientras podía,
piedras que amé mientras podía,
estas piedras, mi destino.
Herido por mi propio consuelo,
tiranizado por mi propia túnica,
condenado por mis propios dioses,
estas piedras.
Sé que no saben, pero yo
que seguí tantas veces
la ruta que conduce del asesino a la víctima,
desde la víctima al castigo
y del castigo al otro crimen,
palpando
la inextinguible púrpura,
la tarde aquella del retorno
cuando las furias empezaban a silbar
entre la hierba rala,
he visto las serpientes cruzadas con las víboras,
entrelazadas en generación maldita;
nuestro destino.
Voces que vienen de la piedra, del sueño,
más profundas aquí, en donde se oscurece el mundo
memoria del esfuerzo enraizado en el ritmo
que golpea la tierra
con pies ya en el olvido,
cuerpos engullidos en los cimientos
de otra era, desnudos. Ojos
tercamente clavados en un punto
que no distinguirás por más que quieras;
el alma
que lucha por volverse tu alma.
Ya no te pertenece ni siquiera el silencio,
aquí donde las piedras de molino detuvieron
su marcha.
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11 comentarios:
Escribo esto de cara a la ventana. Alzo la vista de la pantalla y alcanzo a ver la cortina de lluvia que cae de un cielo plomizo y uniforme. No hace frío; aquí, a la orilla del mar, el clima es moderado, sin los fríos mesetarios.
¿Y tu Garnatha? ¿Hace frío ya en Garnatha?
Es curioso que en los dos últimos meses haya leído dos novelas que narran el ocaso del reino nazarí: "A la sombra del granado", de Tariq Alí; Y "León el Africano", de Amín Maalouf.
Tierras son esas abruptas y soleadas; como la Hélade que idealizo tras los versos de Giorgios Seferis...
Allí el arado tropieza siempre con yelmos contundidos y espadas de bronce. Presiento los huesos espartanos en el polvo blanco de los caminos del Peloponeso.
Nuestros arados astures, parten en dos una tierra oscura y grasa. Apenas -de tarde en tarde- los útiles de piedra de quienes pintaron nuestras cuevas;la huella de Roma; nuestros castros envueltos en jirones de niebla...
Divago porque llueve y hay poca luz solar. Se está bien en casa, alternando cafés con algún zumo.
Un verso, Emilia.
Chao.
Hola, como estas ???
Permiteme presentarme soy Romina, administradora de un directorio de blogs y webs, visité tu página y me parece un exito, me encantaría contar con tu site en mi sitio web y asi mis visitas puedan visitarlo tambien.
Si estas de acuerdo no dudes en escribirme
Exitos con tu página.
Un beso
rominadiazs@hotmail.com
Hola, F. Hace algo de frío pero no mucho. Aún no hay nieve en el Mulhacén y el Veleta. Se puede subir andando a la Alhambra y pasear sin demasiado abrigo por el Generalife y ver Granada desde allí. Se puede también ir al paseo de los tristes, al Albaicín, o también a la casa familiar de Lorca, la huerta de San Vicente (en la antigua Vega granadina, ahora ocupada por las carreteras), aunque la casa de Lorca subsiste actualmente dentro del parque García Lorca, llamado así en su honor.
Romina, por supuesto que puedes incluir nuestro blog en tu directorio y, en general, donde te apetezca.
F, Romina: también podéis decirnos vuestros poemas y poetas favoritos, para ver si los incluimos en nuestra antojolía ("antojolía" porque ponemos los poemas que se nos antojan).
Un abrazo a ambos.
De Seferis a Lorca. No es mala la transición, no.
Veía casualmente el pasado viernes "La Zapatera Prodigiosa".
Cuando se ilumina la escena, aparece en un lateral el banco de zapatero con unas botas sobre él. Hay una silla de anea al lado.
Lo escueto del decorado contrasta con la música majestuosa y sincopada de Händel que irrumpe en un crecendo: "Lascia ch'io pianga mia croda sorte..."
Sale a escena el zapaterillo con su delantal de cuero, arremangado y con un cepillo en la diestra.
Parece triste y alicaído. Se sienta lentamente en la silla y comienza a cepillar una de las botas: "Deja que llore mi suerte cruel..."; la bellísima melodía se cierne sobre el zapatero que parece acompasar los vaivenes del cepillo.
El infeliz comienza a desgranar su desdicha por verse zaherido y despreciado por su joven esposa...
Hay algo chocante entre la grandiosidad de la música y el verbo tierno y sencillo de Federico... Pero esa dicotomía se desvanece como por ensalmo: "Lascia ch'io pianga mia croda sorte..."; sentidas palabras para hacer el contrapunto a un alma sencilla que sufre.
Dura sólo un minuto la conjunción de la música y el texto lorquiano...
Y pensé para mis adentros: es ésta una buena manera de sustanciarse la POESÍA.
Y como el sentimiento fue inefable y yo no soy ducho en poesía, te vas a quedar, Emilia, sin saber de qué manera me sacudió el corazón.
Como una campana que voltease suavemente y que me dejase en la boca un cierto sabor a cobre.
Eso se me ocurre.
Un verso, Emilia.
F, es bonito lo que dices. A veces uno puede emocionarse con cualquier cosa, con lo más pequeño.
Un gato anda por la nieve
y me regala
sus huellas.
Con el tiempo, los buenos recuerdos se dilatan y los malos se contraen.
Floto en la espuma
de la ola que me arrastra,
y eso es mi vida.
(CUQUI COVALEDA)
No dejes que ningún iluminado se instale nunca en tus neuronas.
El sabio puede cambiar de opinión. El necio no.
(KANT)
Están desnudos
los tigres, las pirañas,
las margaritas...
(CUQUI COVALEDA)
OPTIMISMO: doctrina o creencia que sostiene que todo es hermoso, incluyendo lo feo; que todo es bueno, especialmente lo malo; y que está bien todo lo que está mal. Sus partidarios más tenaces son los que más acostumbrados están a la desgracia de caer en la adversidad, quienes generalmente la exponen con la mueca de un mono sonriente. Como se trata de una fe ciega, no puede ver la luz de la reprobación. Es un trastorno intelectual que no cede ante ningún tratamiento, sino al de la muerte. Es hereditario, pero por suerte no es contagioso.
(BIERCE)
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