martes, 22 de marzo de 2011
La muerte, mientras tanto (por Charles Simic)
Cómo trabaja la muerte,
nadie sabe qué largo es su día. La pequeña
esposa siempre sola
plancha la ropa de la muerte.
Las hermosas hijas
se sientan a cenar a la mesa de la muerte.
Los vecinos juegan
naipes en el patio
o sencillamente se sientan en las gradas
a beber cerveza. La muerte,
mientras tanto, en una extraña
parte de la ciudad busca
a alguien con un mal resfriado,
pero de algún modo la dirección está equivocada.
Incluso la muerte no puede encontrarla
entre todas las puertas cerradas…
Y la lluvia empieza a caer.
Una noche larga y ventosa se aproxima.
La muerte no tiene ni un periódico
para cubrirse, tan siquiera
una moneda para llamar al elegido,
que se desviste lentamente, somnoliento,
y se acurruca desnudo
en el lado de la cama de la muerte.
nadie sabe qué largo es su día. La pequeña
esposa siempre sola
plancha la ropa de la muerte.
Las hermosas hijas
se sientan a cenar a la mesa de la muerte.
Los vecinos juegan
naipes en el patio
o sencillamente se sientan en las gradas
a beber cerveza. La muerte,
mientras tanto, en una extraña
parte de la ciudad busca
a alguien con un mal resfriado,
pero de algún modo la dirección está equivocada.
Incluso la muerte no puede encontrarla
entre todas las puertas cerradas…
Y la lluvia empieza a caer.
Una noche larga y ventosa se aproxima.
La muerte no tiene ni un periódico
para cubrirse, tan siquiera
una moneda para llamar al elegido,
que se desviste lentamente, somnoliento,
y se acurruca desnudo
en el lado de la cama de la muerte.
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6 comentarios:
La muerte se cobija debajo de mis solapas. Le acaricio el pelo lacio, húmedo de madrugada.
Y alza a los míos sus ojos implorantes, como si me pidiese perdón.
Qué voy a tener que perdonarte, muerte mía, si haces que sea más libre y más valiente.
Porque sé que al final de todo estás tú, que me esperas con los brazos abiertos, amorosos.
Sí, Mare, yo también creo que Dña. Muerte está ahí, amorosamente esperándonos.
Apago la luz y la oscuridad
-paciente y acogedora-
maternalmente me recibe.
Fale, Emily.
Hay a quienes la grandeza les queda grande.
(SHAKESPEARE)
La libertad y la salud
son prendas de gran valía
y nadie lo reconoce
hasta que las ve perdidas.
Las arrugas son más profundas que las cicatrices.
(GARCÍA-MÁIQUEZ)
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