viernes, 26 de agosto de 2011
Veo a mi padre (por Fabio Morábito)
Veo a mi padre asomado a la ventana.
Sentado en el suelo del cuarto,
miro su espalda ancha. Aún no camino.
Qué hermoso es un padre
cuando, asomado a una ventana,
su espalda se recorta para el hijo.
Le deja impreso su mejor recuerdo.
Padre que encara el mundo,
primera puerta que nos da la infancia,
primer atisbo de que no todo es pecho.
Sentado en el suelo del cuarto,
miro su espalda ancha. Aún no camino.
Qué hermoso es un padre
cuando, asomado a una ventana,
su espalda se recorta para el hijo.
Le deja impreso su mejor recuerdo.
Padre que encara el mundo,
primera puerta que nos da la infancia,
primer atisbo de que no todo es pecho.
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7 comentarios:
Fuerte, alto, grande y lleno de energia. Asi te recuerdo.
El mío era flaco, flemático, introvertido. Dejaba un rastro de melancolía a su paso. No me quería demasiado -pensaba yo por entonces-. Él, ensimismado en sus pensares. Debían de dolerle, porque siempre parecía sufrir por algo...
Le sobrevino una depresión que le subyugó por largos años. Nunca curó del todo. La tristeza y el distanciamiento no le abandonaron ya jamás.
Y uno -años después de su muerte- tiene claro que ser cordial, amante padre, rendido enamorado de la belleza, vitalista, gozoso comensal, bailarín de fino estilo, rendido adorador de los talentos..., bien poco depende de la maniatada voluntad, del denodado afán por superarse... Porque hemos nacido con las cartas ya marcadas, que unos dioses caprichosos repartieron a voleo.
Parece, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas.
(CERVANTES)
No basta con pensar en la muerte, sino que debe tenérsela siempre delante. Entonces la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre.
(STEFAN ZWEIG)
Aquel tallito
que sostuve en mis manos
hoy me da sombra.
(BENET)
Un gran poder implica una gran responsabilidad.
(KANT)
A los niños de ciudad les hemos robado la calle.
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