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martes, 1 de noviembre de 2011

Tristes, tristes (por Miguel Hernández)

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

21 comentarios:

VS dijo...

¡Y la que se traen con los manuscritos de Miguel Hernández! No sé qué es peor: si el afán de la Derecha por silenciar a un poeta antifascista, o el interés de la familia (parece que la nuera, porque el hijo -ese niño para el que Miguel escribió las Nanas de la Cebolla- ya falleció, al igual que la esposa del poeta, Josefina Manresa) por sacar dinero y rentabilizar patrimonialmente los escritos de Hernández. El caso es que, el uno por el otro, pasó el centenario de su nacimiento casi sin pena ni gloria. Una lástima.

Juanjo dijo...

Ya sé que la mayoría de la gente que escribís aquí soy de izquierdas y lo que voy a decir no caerá bien, pero, si la República hubiera ganado la guerra civil, en España se habría instaurado un régimen comunista, o sea, una dictadura al estilo de la URSS, y habríamos pasado décadas, hasta los 90, bajo la órbita soviética (como los países del telón de acero). España habría sido una especie de Albania o Bulgaria en el occidente europeo.

Don Alonso entra en cólera dijo...

Ha de salir al paso este Caballero Andante de los insidiosos dislates de aqueste sujeto que dice atender por el mote o medio nombre de Juanjo, que si bien nombra entero el del Bautista, parte por la mitad el del Santo Carpintero, cosa esta última que paresce debida a frívola galvana o aún a zafia mariconería.
Y ha de dar suelta don Alonso al furor que le anida so la cota de mallas, pues que ante tan solemnes majaderías no le cabe sino amenazalle con el estoque desnudo y la rodela bien embrazada.
Y es que el muy felón pretende convencernos de que los fijosdalgo, menestrales y siervos de la gleba de aquesta Católica Nación hemos de felicitarnos porque en pretéritas contiendas bélicas las mesnadas del Carnicero Galaico hayan derrotado a las valientes pero desvalidas huestes del Rojo Pendón.
Y congratúlase el mentecato -y quiere que con él nosotros así lo hagamos- de que, impuesta la cruel Dictadura, pudimos evitar los desastres que la victoria de la legítima República nos hubiese deparado.
Sensu contrario, dedúcese de tales sus patrañas que el régimen sedicioso y criminal que vino a doblegarnos fue un dechado de bondades, crisol de las virtudes cívicas, templo radiante de la Justicia, campo próspero en fraternidades, refugio de menesterosos, amparo de viudas y de huérfanos desvalidos...
Eso viene a decir este desgraciado: alegraos, pues la cruel cirugía que sufristeis os sirvió de sensata prevención de males mayores.

Que te den, Juanjo de mis corvejones.
Advierte que es este un blog de Poesía,
no una tertulia ultramontana de Intereconomía.

Juanjo dijo...

La verdad es que el lenguaje de mi interlocutor, mal remedo del empleado por Cervantes en el Quijote, no se presta mucho al debate sereno. Pero sigo creyendo que, de haberse producido una victoria del bando republicano, no se habría restaurado el sistema político que había en 1936, sino que se habría ido a un sistema totalitario comunista, similar al instaurado en Rusia veinte años antes. Téngase en cuenta que los políticos de la derecha, incluso de la derecha democrática como la liderada por Gil Robles, fueron asesinados o encarcelados en el bando republicano, y por otro lado habría sido muy improbable que las fuerzas de izquierdas que se hicieron con el dominio del bando republicano (comunistas y anarquistas fundamentalmente) hubieran aceptado la reinstauración de la democracia “burguesa” que había antes del alzamiento militar. España, de haber ganado la República la guerra civil, se habría convertido en una sucursal de la Unión Soviética, al modo de lo sucedido posteriormente en la Cuba castrista.

Carlos Cay dijo...

Sr. Juanjo: plantea usted un tema muy complejo. La verdad es que nunca me había parado a pensarlo, pero en verdad es difícil saber qué habría pasado si la República hubiera ganado la guerra. Por lo pronto, los militares que dirigieron el golpe militar y gobernaron la zona rebelde habrían tenido que exiliarse al extranjero. Los que no lo hubieran hecho habrían sido sin duda fusilados. En segundo lugar, supongo que habría habido juicios, ejecuciones y encarcelamientos, en plan similar (no sé si más o menos) a lo que se hizo en dirección contraria tras la victoria franquista. En tercer lugar, tras la guerra supongo que se convocarían elecciones, más que nada porque la legislatura empezada en 1936 acababa en el año 40. Es dudoso que se dejara presentarse a partidos de derechas (como la CEDA de Gil Robles, a la que usted alude). A todo esto, la II guerra mundial ya se habría iniciado (empezó en septiembre de 1939), y posiblemente España hubiera sido invadida por Hitler, como hizo con gran parte de Europa. A partir de aquí ya me pierdo (más todavía).

Lo único claro es que el levantamiento militar de los Franco-Mola-Sanjurjo-Yagüe-Queipo… no tendría que haberse producido nunca, y fue esto lo que trastornó el curso de la historia reciente de España, dando pábulo a todo tipo de encanallamientos irreconciliables. Por cierto, supongo que no querrá usted, Sr. Juanjo, legitimar el golpe de estado franquista. ¿O sí?.

Mar de Infamia dijo...

Pues claro que lo legitima, amigo Cay.
Creo que le haces una pregunta retórica: sabes tan bien como yo que este Juanjodío respira por el orificio por donde lo hace la derecha ultramontana española..., que es casi toda.
Hijos, herederos, administradores, palanganeros de los matarifes del franquismo, han mantenido los símbolos del fascismo en cada ciudad, pueblo o aldea en donde han tocado poder, hasta que por imperativo legal han tenido que retirarlos a regañadientes.
Nunca han abominado del franquismo; no quieren que se "escarbe en el pasado" (dicen con hipocresía que "para no enturbiar la convivencia entre los españoles"...) Y sólo les preocupa que las generaciones más jóvenes conozcan de dónde viene el fangal de hoy, que amenaza con ahogarnos a todos.
No le des cancha al botarate. Yo, los desprecio hasta la náusea.
Lo más preocupante es que empiezo a odiarlos.

Juanjo dijo...

No voy a contestar a Mar de Infamia, porque no quiero perder mi tiempo.

En cuanto a la pregunta de Carlos Cay sobre si legitimo el levantamiento del 36, debo decir que, visto lo que pasó después (tres años de guerra civil y casi un millón de muertos), está claro que no puedo apoyar el alzamiento. Pero también creo condenable la desidia del gobierno de Manuel Azaña al permitir asesinatos políticos (como el de José Calvo Sotelo), quemas de edificios religiosos y, sobre todo, el descontrol del nacionalismo separatista (Companys llegó a declarar el Estado catalán). En esas condiciones, la II República no podía acabar bien.

Juanjo dijo...

Por cierto, al suegro de Miguel Hernández (padre de Josefina Manresa) lo asesinaron unos milicianos en el bando republicano, por el mero hecho de ser guardia civil.

Adrián dijo...

Pues pobre Miguel Hernández, y sobre todo pobre Josefina Manresa. A su marido (o sea, Miguel) lo encarcelaron (y prácticamente mataron) los facciosos por ser poeta rojo, y a su padre lo mataron los milicianos por ser guardia civil. Con razón decía Machado que hay dos Españas. Pero le faltó decir que las dos son igual de hijasdeputa.

Al dijo...

Fino análisis el tuyo, Adrián: las dos Españas son los mismo; los librepensadores igual que los integristas católicos; los Indignados igual que los banqueros; los militares franquistas (¿quedará alguno?) igual que el pueblo en armas; los Ilustrados igual que los que gritaron "¡Vivan las caenas!"; los descerebrados que sólo leen Marca a los que hacen, intentan hacer o leen poesía; los demócratas igualitos a los que añoran un dictador...
Oye, Adrián, ¿no serás el delantero del Atleti -que por cierto ayer marcó (o marcaste) dos bonitos goles-. Lo digo porque lo tuyo es pensar con los pies.
¿Cómo coño te puede gustar la poesía, futbolero?

Tragikomedia dijo...

Es verdad que Machado no dijo que las dos Españas fueran unas hijas de puta, pero a su modo sí lo expresó:

Españolito que vienes al mundo,
te guarde Dios,
que una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

Al dijo...

Los poetas, incluso los insignes, los grandes poetas..., no tienen más luces para discernir acerca de la realidad circundante que la gente del común.
Ahí está el ejemplo de Unamuno, que apoyó -en un primer momento- a los sediciosos que se levantaron contra la República. Su ulterior rasgo de valentía en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, no bastó para restañar el mal que causó su torpe testimonio.
O el caso de Borges, que justificó a un vesánico Videla. Luego se arrepintió, claro...
Y hablando de Antonio Machado, ahí tenéis a su hermano Manuel, que se pasó del lado franquista. Y no era precisamente un mal poeta ("...y Sevilla".)
Pero Machado -como Azaña- seguro que se entristecían y abominaban del las tropelías perpetradas en la retaguardia republicana. Pese a ello, jamás abdicaron de sus convicciones políticas.
Un soldado derrotado abrigó con su capote los frágiles hombros del poeta en la inhóspita Colliure. Mientras, un falangista torturaba y posteriormente asesinaba a un colega de Machado, en un pueblo del suroeste asturiano.
Quien diga que son la misma indignidad cada una de las Dos Españas (que haberlas, haylas), que me diga lugar, día, hora y arma.
Que voy para allá.

Anónimo dijo...

En la familia Machado, el tema de las dos Españas se vivió en sus propias carnes. Antonio y Manuel: dos hermanos (y coautores teatrales), dos Españas. Antonio escribió un poema a Enrique Líster (el famoso de "si mi pluma valiera tu pistola de general, contento moriría"); Manuel dedicó un poema a Franco (que no voy a reproducir). Por cierto, ¿y si a Antonio le hubiera pillado la guerra civil en Sevilla -zona franquista- y a Manuel en Madrid -zona republicana- (o sea, al contrario de lo que pasó),¿cómo habrían reaccionado? Es pura conjetura...

Anónimo dijo...

Antes de escribir mi anterior comentario no había leído lo que dice Al, de que Manuel Machado se pasó al bando franquista. Yo creía que simplemente le había pillado julio del 36 en Sevilla (a él, que era y se sentía tan sevillano). Pero ignoraba que se hubiera pasado al bando faccioso. En fin, en todo caso ahí queda eso: hermanos del alma, los dos Machados, y sin embargo tan distintos políticamente.

(Es probable que a Antonio, si no se hubiera ido a Francia, lo hubieran condenado y encarcelado como a Miguel Hernández. De todos modos, no le sirvió de mucho porque con el trasiego por los Pirineos enfermó y murió -al igual que su madre-. Bueno, sí, al menos se libró de la ignominia de un pseudojuicio como el de Hernández).

También he oído algo de que al principio de la guerra civil, a Antonio Machado, en Madrid, unos milicianos lo confundieron con un cura y se lo querían llevar preso, seguramente para darle el famoso e higiénico "paseo". Qué cerdos.

En fin, qué España más asquerosa, de "paseos", de "paredones", de "chekas", de "sacas" de Paracuellos, de "fusilamientos al amanecer" ("dadle café, mucho café", mandó Queipo en referencia a Lorca).

Lo único que me alegra es que la gente joven, como mis hijas, se mean y ciscan sobre nuestra jodida historia.

F. dijo...

Manuel Machado vivía en Madrid desde que cumplió nueve años. La familia al completo se trasladó a la Villa y Corte en la década de los ochenta del siglo XIX. A Sevilla, sólo por azar o por azahar (en primavera).
El golpe fascista le pilló a él y a su mujer en Burgos. Quedó aislado de la capital, donde trabajaba para el Estado. Dos meses después, era detenido en esa ciudad castellana como sospechoso de tibieza ante el alzamiento sedicioso. Los buenos oficios de intelectuales derechistas (él era un moderado que, no obstante, había sido socio fundador de la Asosiación de Amigos de la Unión Soviética), lograron su libertad.
A partir de ahí, se transforma en un entusiasta panegirista de los sangrientos espadones rebeldes. Su "Oda al sable del Caudillo" (publicada recién acabada la contienda) es verdaderamente vergonzosa.
Curioso paralelismo de esta composición con la que su hermano Antonio dedicó a Lister; ese soneto que termina: "Si mi pluma valiera tu pistola/ de capitán, contento moriría".
El soneto de Manuel, cantaba la entrada triunfal del "caudillo" en el Foro: "¡Bienvenido, Capitán!/ Bienvenido a tu Madrid...".
Después, en pago a sus servicios, le fue concedida una poltrona en la R.A.E.
Dicen que sufrió una crisis moral, sobre todo al saber de las penosas circunstancias en que murieron su madre y su hermano. Hay quien dice que, antes de morir en 1947, escribió algunos versos en los que aparecía -soterrada- una crítica del Régimen.
Y yo creo en la sinceridad de esa congoja y de ese arrepentimiento; porque si, siendo cobardes como somos, nos atenaza una circunstancia adversa...
Porque no todos vamos a ser como Marianita Pineda, que se fue al cadalso por no delatar a los conjurados liberales. Es más fácil colaborar con el poder emergente, como hizo Camilo, que trabajó para la censura franquista; aunque luego se hizo un demócrata de pro y llegó el Príncipe de Asturias, el Nobel, y un montón de galardones que no viene al caso enumerar...
Pero entre toda esta hojarasca, brilla la frente abrumada de Antonio Machado, su maltrecha anatomía cobijada bajo un raído capote militar.
Nadie va a recordar los chaqués que vistieron ni Manuel, cuando accedió a la Academia, ni los que lucía Cela en aquellas ferias de las vanidades.
Las dos Españas. Digo.

F. dijo...

Corrijo: el soneto era el de Antonio.

Roxanne dijo...

Una buena novela sobre la guerra civil (sin duda hay más) es La Noche de los Tiempos, de A. Muñoz Molina.

ORáKULO dijo...

La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir.

Círculo Cultural FARONI dijo...



Quien se quemó con sopa agria, hasta al yogur le sopla.

(proverbio rumano)

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Si supiéramos dónde nos metemos, nunca haríamos nada.

cajón desastre dijo...

Pero siempre entendemos demasiado tarde a los seres que más cerca están de nosotros, y cuando empezamos a aprender este difícil oficio de vivir ya tenemos que morirnos, y sobre todo ya han muerto aquellos en quienes más habría importado aplicar nuestra sabiduría.



(ERNESTO SABATO)