sábado, 7 de enero de 2012
Y entonces lo vi (por Charles Bukowski)
hace mucho tiempo él editaba una pequeña revista
fue en San Francisco
durante la era beat
durante los experimentos de leer-poesía-con-jazz
y lo recuerdo porque nunca me devolvió mis manuscritos
pese a que le escribí muchas cartas,
cartas humildes, cartas sensatas y, al final, cartas violentas;
me dijeron que saltó de una terraza
porque una mujer no lo amaba.
no importa. cuando lo vi de nuevo
estaba en una silla de ruedas y llevaba una botella de vino en donde meaba;
escribía poesía muy delicada
que yo, naturalmente, no podía entender;
me autografió su libro
(el cual me dijo no iba a gustarme)
y una vez en una fiesta le amenacé con zurrarle y
yo estaba borracho y él lloró y
me dio pena y a cambio aticé al próximo poeta que pasó
con su botella de pis en la cabeza; o sea,
nos entendimos, después de todo.
él tenía a esta mujer muy flaca e intensa
que lo empujaba por todas partes, ella era sus brazos y piernas y
quizás por un tiempo
su corazón.
era casi un lugar común
en los recitales de poesía en los que él participaba
verla a ella empujarlo rápidamente por el lugar,
a veces deteniéndose cerca de mí, diciendo,
“¡no tengo idea de cómo vamos a subirlo al escenario!”
a veces lo lograba. generalmente lo lograba.
luego ella empezó a escribir poesía, no leí casi ninguno de sus poemas,
pero, de alguna manera, me alegré por ella.
luego se lastimó el cuello mientras hacía yoga
y empezó a cobrar seguro por incapacidad, y nuevamente me alegré por ella,
todos los poetas querían cobrar seguro por incapacidad
era mejor que la inmortalidad.
me la encontré un día en el mercado
en la panadería, me tomó las manos y
temblaba toda
y me pregunté si alguna vez habrían tenido relaciones
esos dos. bueno, de cualquier modo estaban inspirados
y ella me contó que estaba escribiendo poemas y artículos
pero más que nada poesía, estaba escribiendo un montón,
y esa fue la última vez que la vi
hasta que una noche alguien me contó que había tomado una sobredosis
y yo dije, no, ella no
y me dijeron, sí, ella.
un día o dos después
en algún momento durante la tarde
tuve que ir al correo de Los Feliz
para enviar a una revista erótica algunas historias calientes.
al volver afuera de una iglesia
vi a esas sonrientes criaturas
muchísimas sonriendo los hombres con barbas y pelos largos y usando
bluejeans
y muchas de las mujeres eran rubias
con mejillas hundidas y pequeñas sonrisitas,
y pensé, ah, una boda,
una bella boda a la antigua,
y entonces lo vi a él en la vereda
en su silla de ruedas
trágico pero de alguna manera calmo
viéndose aún más gris,
un perfil como de halcón amaestrado,
y supe que era el funeral de ella,
realmente había tomado una sobredosis
y él sí que se veía trágico ahí afuera.
Tengo sentimientos, sabes?
quizá esta noche trate de leer su libro.
fue en San Francisco
durante la era beat
durante los experimentos de leer-poesía-con-jazz
y lo recuerdo porque nunca me devolvió mis manuscritos
pese a que le escribí muchas cartas,
cartas humildes, cartas sensatas y, al final, cartas violentas;
me dijeron que saltó de una terraza
porque una mujer no lo amaba.
no importa. cuando lo vi de nuevo
estaba en una silla de ruedas y llevaba una botella de vino en donde meaba;
escribía poesía muy delicada
que yo, naturalmente, no podía entender;
me autografió su libro
(el cual me dijo no iba a gustarme)
y una vez en una fiesta le amenacé con zurrarle y
yo estaba borracho y él lloró y
me dio pena y a cambio aticé al próximo poeta que pasó
con su botella de pis en la cabeza; o sea,
nos entendimos, después de todo.
él tenía a esta mujer muy flaca e intensa
que lo empujaba por todas partes, ella era sus brazos y piernas y
quizás por un tiempo
su corazón.
era casi un lugar común
en los recitales de poesía en los que él participaba
verla a ella empujarlo rápidamente por el lugar,
a veces deteniéndose cerca de mí, diciendo,
“¡no tengo idea de cómo vamos a subirlo al escenario!”
a veces lo lograba. generalmente lo lograba.
luego ella empezó a escribir poesía, no leí casi ninguno de sus poemas,
pero, de alguna manera, me alegré por ella.
luego se lastimó el cuello mientras hacía yoga
y empezó a cobrar seguro por incapacidad, y nuevamente me alegré por ella,
todos los poetas querían cobrar seguro por incapacidad
era mejor que la inmortalidad.
me la encontré un día en el mercado
en la panadería, me tomó las manos y
temblaba toda
y me pregunté si alguna vez habrían tenido relaciones
esos dos. bueno, de cualquier modo estaban inspirados
y ella me contó que estaba escribiendo poemas y artículos
pero más que nada poesía, estaba escribiendo un montón,
y esa fue la última vez que la vi
hasta que una noche alguien me contó que había tomado una sobredosis
y yo dije, no, ella no
y me dijeron, sí, ella.
un día o dos después
en algún momento durante la tarde
tuve que ir al correo de Los Feliz
para enviar a una revista erótica algunas historias calientes.
al volver afuera de una iglesia
vi a esas sonrientes criaturas
muchísimas sonriendo los hombres con barbas y pelos largos y usando
bluejeans
y muchas de las mujeres eran rubias
con mejillas hundidas y pequeñas sonrisitas,
y pensé, ah, una boda,
una bella boda a la antigua,
y entonces lo vi a él en la vereda
en su silla de ruedas
trágico pero de alguna manera calmo
viéndose aún más gris,
un perfil como de halcón amaestrado,
y supe que era el funeral de ella,
realmente había tomado una sobredosis
y él sí que se veía trágico ahí afuera.
Tengo sentimientos, sabes?
quizá esta noche trate de leer su libro.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
10 comentarios:
Un sordo le dijo a un ciego:
- ¡ Mira la liebre que va !
Y el ciego le dijo al sordo:
- ¡ Escúchale las pisás !
Da Dios almendras al que no tiene muelas.
Da Dios almendras al que no tiene muelas.
¿Por qué océanos,
ríos, lagos... vagaste,
gota de lluvia?
(CUQUI COVALEDA)
Eso que estás esperando
día y noche y nunca viene;
eso que siempre te falta
mientras vives, es la muerte.
Quien quiera la coliflor, quiera las hojas de alrededor.
El que habla por lo codos aburre a los hombres todos.
...por loS codos...
No me gusta al despedirme
hacerlo con un Adiós.
Hasta pronto o Hasta luego
es despedirse mejor.
Natura es una expresión correcta, pero eufemística; con igual derecho se la podría llamar mortura.
(SCHOPENHAUER)
Publicar un comentario