Tras orinar, vuelvo a la cama a tientas,
abro espesas cortinas, y me asustan
la limpidez lunar, las nubes rápidas.
Las cuatro: yacen prados de sombras acuñadas
bajo un cielo profundo, cavado por el viento.
En todo esto hay algo muy risible:
la forma en que la luna cruza nubes que flotan
vagamente, como humo de cañón, apartándose
(abajo, una luz pétrea afila los tejados)
elevada y absurda y separada.
¡Pastilla del amor! ¡Medalla de arte!
¡Oh, lobos del recuerdo! ¡Inmensidades! No,
uno tiembla ligero al levantar los ojos.
La dureza, el fulgor y la sencilla
unidad trascendente de esa vasta mirada
de ser joven; que no pueden volver,
pero en algún lugar están en otros, íntegros
5 comentarios:
El avaro no tiene riquezas. Las riquezas le tienen a él.
Te lo juro por mi madre,
que si te pones enferma
te doy caldo de mis carnes.
La calle de Después hace esquina con la plaza de Nunca.
La Sinrazón,
el Azar y el Instinto.
El triunvirato.
(RAPHAEL BALDAYA)
Necesito volver a dedicarme a los demás. Por puro egoísmo. Porque cuando me dedico a los demás dejo de dedicarme a mí mismo. Dejo de pensar en mí mismo. Dejo de sufrir.
(NEORRABIOS@)
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