lunes, 10 de diciembre de 2012
El muelle (por Gabriel Celaya)
Me sentaba a pensar. O a no pensar, a ver.
Los barcos parecían juguetes de colores.
No podía creerlos. No eran verdad del todo.
Recurría a algo arcaico. Me negaba a mis ojos.
Y entonces sí, vivía verdad en los olores.
Yo podía tocar los atunes. Mentira.
Eran como unas momias de princesas marinas.
Yo podía beber lo mismo que bebían
aquellos pescadores en Alcalde o Shabino.
Mas sólo cuando olía comprendía su fiesta:
lo real sin razones de una vida secreta.
Los barcos parecían juguetes de colores.
No podía creerlos. No eran verdad del todo.
Recurría a algo arcaico. Me negaba a mis ojos.
Y entonces sí, vivía verdad en los olores.
Yo podía tocar los atunes. Mentira.
Eran como unas momias de princesas marinas.
Yo podía beber lo mismo que bebían
aquellos pescadores en Alcalde o Shabino.
Mas sólo cuando olía comprendía su fiesta:
lo real sin razones de una vida secreta.
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3 comentarios:
Sonríe con suavidad
cuando alguien te calumnie.
Quién sabe lo que sería
si dijera la verdad...
(MARIO QUINTANA)
Si se dan las condiciones necesarias, hazlo.
Si no se dan las condiciones necesarias, hazlas.
Odio la mentira porque es una inexactitud.
(PESSOA)
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