sábado, 16 de febrero de 2013
Un día giratorio (por Carina Sedevich)
Suena una alarma.
El calor, la ausencia, una rama de sauce:
¿qué hace que la alarma suene?
El perro del vecino llora.
Es la mañana de una nochebuena.
Un día giratorio,
más que otros.
Cegador como una vuelta al mundo.
Si fueras a perdonarme
escribiría una carta, hijo,
de despedida.
Te diría que no encuentro la belleza
más.
Que me sequé.
Quisiera
rodearte de piel embarazada
para siempre.
Que te quedes así, en la tibieza.
Que tu vuelo
sea el vuelo del que nunca va a perder.
Hijo, si pudiera,
te dejaría el álbum grande de la vida
completo, con todas las figuritas,
sobre todo las difíciles.
Hijo, si pudiera,
repartiría mi cuerpo por tajadas,
lo dejaría guardado en la heladera.
Hijo, si pudiera,
dejaría la palabra exacta
blanda y blanca como un cirio
cada noche en tu mesita.
Suena una alarma.
Pero no pasa nada.
Porque estas cosas no se anuncian.
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3 comentarios:
¡Qué borrachera he cogido!
¡Ésta sí que es borrachera!
¡Qué contenta se pondrá
mi mujer cuando me vea!
Ningún filósofo influyó ni siquiera en las costumbres de la calle donde vivía.
(VOLTAIRE)
Sólo está el viento donde la rosa estaba,
fría la lluvia donde estaba la hierba,
y nubes como ovejas
trepan por los abruptos
y grises cielos donde la alondra estaba
(WALTER DE LA MARE)
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