sábado, 2 de noviembre de 2013
Vigías del mundo (por Czeslaw Milosz)
Nubes, terribles nubes mías,
cómo palpita el corazón, qué tristeza y pena de la
tierra,
cúmulos blancos y callados
que miro al amanecer con ojos llenos de lágrimas,
sé que en mí el deseo y la soberbia
y la crueldad, y un grano de desdén,
preparan el lecho para un sueño muerto
y los más bellos tintes de mis mentiras
ocultan la verdad. Bajo entonces la vista
y siento traspasarme un vendaval
árido, ardiente. ¡Oh, qué terribles sois,
vigías del mundo, nubes! Quiero
dormir, que la piadosa noche me cubra.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
8 comentarios:
De pena me estoy muriendo
de verme seguir con vida
si pa ti yo ya estoy muerto.
El matrimonio: Cuando dos personas están bajo la influencia de la más vehemente, la más exaltada, la más ilusoria y la más fugaz de las pasiones, se les pide que juren que seguirán contínuamente en esa condición excitada, anormal y agotadora hasta que la muerte los separe.
(SHAW)
Algún día has de entender
que el que quiere a quien le quiere
no sabe lo que es querer.
Tan pernicioso es hablar bien del malvado como hablar mal del bueno.
(LEONARDO DA VINCI)
Nada le añade.
Sólo quita a la piedra
el escultor.
(CUQUI COVALEDA)
Cuando voy a la casa
de mi chiquilla,
se me hace cuesta abajo
la cuesta arriba.
Incluso después de muerto un padre sigue ejerciendo de padre.
Vino primero frívola -yo niño con ojeras-
y nos puso en los dedos un sueño de esperanza
o alguna perversión: sus velos y su danza
le ceñían las sílabas, los ritmos, las caderas.
Mas quisimos su cuerpo sobre las escombreras
porque también manchase su ropa en la tardanza
de luz y libertad: esa tierna venganza
de llevarla por calles y lunas prisioneras.
Luego nos visitaba con extraños abrigos,
mas se fue desnudando, y yo le sonreía
con la sonrisa nueva de la complicidad.
Porque a pesar de todo nos hicimos amigos
y me mantengo firme gracias a ti, poesía,
pequeño pueblo en armas contra la soledad.
(JAVIER EGEA)
Publicar un comentario