miércoles, 3 de junio de 2015
Después del cisne (por Julio César Galán)
En la biblioteca del bosque
olvidamos el rostro por otros rostros más aniñados,
por la estrella escuchada entramos
de puntillas en la claridad;
escuchamos el zig-zag de los azores
aún por nacer, las moras aún por enrojecer el aire,
las moras que cada noviembre llenan los versos.
Converger es abrir el día desde
la llanura. Los muertos que arrastramos,
aquellos que tuvieron nuestra voz
y aquellos que confundimos
con nuestra máscara,
comprenden nuestra inclinación
al envés,
nuestro gusto por saborear márgenes,
nuestra nube solar sin tiempo.
Ojeo cómo atardece el río,
si es que un río puede salir de un cisne
y por los ojos cruza la noche de verano con sus promesas juveniles,
la imagen del primer hombre
sorprendiendo su imagen en la corriente,
los años luz de las luciérnagas,
el anonimato de los desaparecidos
y los lenguajes olvidados,
la agonía de los hospitales y el polen luminoso de los niños,
los libros que no abandonan
y las conversaciones amicales
aupadas por la dicha y la palabra,
la rueca de los siglos y sus civilizaciones
y el big bang y las galaxias en anillos
y las estrellas enanas emblanquecidas por un superviento estelar
y el agua de nuevos muertos y la muerte
ya no importa tanto,
después de haber visto cómo sale el río
desde un cisne.
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6 comentarios:
La casa esta donde el corazón.
(proverbio irlandés)
¿De qué me sirve la cama
si al despertarme no encuentro
tu cara junto a mi cara?
Si un día me ves
sin trampas ni cartones,
¿qué pensarás?
(RAFAEL BALDAYA)
Con tanto decir “amén”, no sale la misa bien.
Ayer llovió.
Qué cristalino el cielo,
recién lavado.
(SUSANA BENET)
Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa.
(HUGO)
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