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martes, 4 de agosto de 2015

Aquí están todos los juegos (por Claudio Daniel)


Flor occipital es el nombre de la cabeza.

Líneas, volúmenes.

Una escritura de huesos, nervios,

orbes, recuerdos.

Palabras que se perderán en algún lugar

que evitas.

Escenas que surgen de repente

como lagos, cristales,

pequeñas facas

blancas.

Una cobra que no es el nombre que escurre de tus labios.

Árbol que no dice más ni menos

que

esto.

¿Tiene un aprendizaje para la locura?

Trituras un insecto entre los dedos

pero la sensación

permanece.

Es un escalofrío que no puedes explicar.

Fibras, son todas fibras de un tejido milagroso.

Un tapete oriental

en forma de riñón,

donde somos un minúsculo detalle,

hormiga que cabalga en el lomo de un dragón.

En la palma, el pulso, la piel,

pensaste haber sentido los juegos de la noche,

manos fugadas, voz enmudecida,

Ningún tablero

o peón.

Esta no es la cara de un sueño,

menos luz, ninguna membrana,

carajo, gritas

a los tuétanos del pan.

Hormigas de nadie cruzan de un lado a otro

el cantero

del jardín.

Existe una ilusión del amor y de los dientes, dientes, dientes.

Porque todo es real.

Una piedra que explota en las sienes.

Una Tierra en forma de cáliz.

La palabra que se reproduce como las aves en el Palacio de la Diosa de la Luna.

El sentido es apenas la sombra.

Soy el hambre de una claridad que nunca ocurrirá.

Porque los ritmos, los ritmos, los ritmos.

Porque la risa de la perra.

Celan y la “locura abierta de un poro”.

Ninguna salida para lugar alguno.

Cangrejos extraviados en la lluvia, un cuadro, un nombre

que no es la cobra

que no escurre

de tus labios.

Jugarse la sombra en busca del sentido de mascar hojas de cobre.

Jugarse la sombra en busca del íntimo escarabajo

tatuado en la concha

de la Señora Lengua.

Jugarse la sombra porque la piedra es más que el grito es más que la

ardilla es más que el disturbio

aullido

de alacrán.

Escribir poesía no es un trabajo para hombres delicados.

Flor occipital es el nombre de la cabeza.

Aquí están todos los juegos, todos los mapas, todas las palabras,

incluso aquellas por inventar.

Flor occipital es el nombre de la cabeza.

Tu voz.

Tus caras.

Tus mandalas de ternura y escarnio.

La desfiguración de líneas en el cuerpo convulsivo, haciendo saltar lémures.

Esmeralda.

Todo se inicia y se acaba con el encantamiento de esmeralda.

7 comentarios:

tERESA pANZA dijo...

En verano y sus calores, o mojas el cuerpo en agua o lo mojas en sudores.

Cide Hamete Benengeli dijo...

Qué bien en la madrugada
montar en las vagonetas
llenas de nieve salada
hacia las blancas casetas.

hAiKu dijo...

Pero mi tizne,
mi suciedad de adentro,
¿cómo la quito?

(RAFAEL BALDAYA)

ORáKULO dijo...

Tu libertad de estirar el brazo termina donde empieza mi nariz.

Cide Hamete Benengeli dijo...

En Castilla está un castillo
que se llama Rocafrida.
Al castillo llaman Roca
y a la fonte llaman Frida.

casa de citas dijo...

En un rincón de carne cabe un hombre.

(MIGUEL HERNÁNDEZ)

ORáKULO dijo...

Lo inverosímil no es lo mismo que lo increíble. Las religiones están llenas de hechos inverosímiles que sin embargo mucha gente los cree ciertos.