Ver una entrada al azardonde nací, con su rumor de fuente.
Mi padre, en su despacho. —La alta frente,
la breve mosca, y el bigote lacio—.
Mi padre, aún joven. Lee, escribe, hojea
sus libros y medita. Se levanta;
va hacia la puerta del jardín. Pasea.
A veces habla solo, a veces canta.
Sus grandes ojos de mirar inquieto
ahora vagar parecen, sin objeto
donde puedan posar, en el vacío.
Ya escapan de su ayer a su mañana;
ya miran en el tiempo, ¡padre mío!,
piadosamente mi cabeza cana.
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8 comentarios:
Como ese pavo real, así tronado, con la paleta del color desvanecida, sobre el tapial de un parque, de espaldas a la gente que te arranca una pluma si acaso te descuidas, así me encuentro estas postrimerías del verano: mojado de lluvia impenitente, descolorido, fané y , tal que siempre, un poco vano.
Habré de ver si enciendo la fragua del teatro, y pinto los guiñoles variopintos, que en otoño lidié siempre mis mágicas faenas y que alguna oreja, muslo, corazón de bella, se amojamen en la rústica alacena de la casa que tengo junto al río.
F, deja correr tu imaginación y tus palabras, y danos a probar un poco de lo tuyo.
¿Más, Cuqui?
Hojeo el suplemento ICON (con El País de hoy) y digo: ¡TANTA TINTA TONTA!
Ese ICON no pasa de ser un icono de lo supermegapijo. El País ha dejado de ser un periódico abierto y democrático para convertirse en otro vocero del neoliberalismo. No hay en España periódicos verdaderamente progresistas. Como en Venezuela, asistimos a una ofensiva de las fuerzas reaccionarias que tratan desesperadamente de defender sus privilegios. Para ello, no vacilan en calumniar, mentir, adulterar... Quien quiera tener una muestra de lo que es el periodismo "democrático" en Venezuela, que lea a ese ente megapijo que inunda la Red; esa estúpida racista venezolana que indigna a las personas normales. Luego, la culpa es de Maduro, claro.
Nos quieren como borregos sin criterio propio. Y casi lo consiguen.
El suplemento diminical de El Mundo también es una KK. Y encima te lo cobran.
Nunca, nunca, nunca se entra por la fuerza en un corazón.
(MOLIÈRE)
Todo el mundo lo proclama
y yo también considero
que quien no tiene cabeza
no necesita sombrero.
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