Con dedos pensantes y a fondo
palpo el hueso de mi cara:
un hueso general en el que busco
una forma cumplida, una razón total
un principio de respuesta, algo que aclare esto
con la medida de su oscuridad.
El hueso calla, se ahonda y endurece.
Sólo habla mi cara, mi máscara histriónica,
esta carnadura vaciada del error,
esta superficie apaleada por la época,
su charla de idiota, su falsa dirección
sumando confusión al ruido de la realidad.
5 comentarios:
La máscara que llevamos todos no es más que el paso del tiempo y sus daños.
Cara a cara ante el espejo somos dos tipos raros el uno para el otro.
No estuve en Auschwitz.
No estuve en Hiroshima.
Qué suerte tengo.
(RAFAEL BALDAYA)
Ni el pormenor simbólico
de reemplazar un tres por un dos
ni esa metáfora baldía
que convoca un lapso que muere y otro que surge
ni el cumplimiento de un proceso astronómico
aturden y socavan
la altiplanicie de esta noche
y nos obligan a esperar
las doce irreparables campanadas.
La causa verdadera
es la sospecha general y borrosa
del enigma del Tiempo;
es el asombro ante el milagro
de que, a despecho de infinitos azares,
de que, a despecho de que somos
las gotas del río de Heráclito,
perdure algo en nosotros:
inmóvil.
(BORGES)
Cuando Dios le entrega a alguien un don, también le da un látigo; y el látigo es sólo para autoflagelarse. Al principio fue muy divertido. Dejó de serlo cuando averigüé la diferencia entre escribir bien y mal. Y luego hice otro descubrimiento más alarmante todavía: la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero es sutil, pero brutal.
(CAPOTE)
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