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jueves, 28 de julio de 2016

Sin la carga (por Anna Frajlich)


cuando
mi nieto de diez años
escribe la fecha
deja caer de los dígitos
los dos primeros números
-un signo
del siglo
que se deslizó entre nuestros dedos
tan subrepticiamente-

tampoco conoció
el siglo veinte
y el siglo veinte
no lo conoció a él

tal vez será más fácil para él
sin la carga
que tira para abajo
y nos pone al lado
de aquellos que pasaron


7 comentarios:

Pablo M dijo...

El pasado es un lastre (plomo en las alas) del que cuesta soltarse e impide volar.

ORáKULO dijo...

Es más fácil complicar que simplificar. Es más fácil hacer un nudo que deshacerlo.

Aldonza Lorenzo dijo...

Sólo después de perdido aprecias lo que has tenido.

ORáKULO dijo...

Algunos conflictos no pueden resolverse, sólo pueden -a lo sumo- disolverse.

Dimes Y Diretes dijo...

El patriotismo puede ser el último refugio de los canallas.

(DOUGLAS)

hAiKu dijo...

Juntos los osos
pardo, polar y panda...
sólo en el zoo.

(RAPHAEL BALDAYA)

Fuego de palabras dijo...

Cada vez falta menos, el final se avecina; uno trata de aferrarse vanamente a cada sentencia, a cada párrafo, sintiendo que cada vuelta de página es ya irreversible. No podemos volver atrás. Solo queda avanzar, a tientas o precipitadamente, aunque nos conduzca al vacío.



Finalmente el libro se cierra y con él una parte de nosotros.



Si el libro es bueno seguramente nos ha dejado mucho, pero también hemos dejado mucho en él.



Solo queda respirar profundamente. La sensación de asfixia ha pasado pero rápidamente es sustituída por otras: enojo, quizá, o tristeza, nostalgia, inseguridad.



Por eso terminar de leer un buen libro produce una especie de duelo, una sensación de ausencia, como si te faltara algo: un dolor exquisito justamente porque el placer también forma parte de él.



(SEBASTIÁN BERINGHELI)