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sábado, 16 de julio de 2016

Tan realmente dolor (por Fernando Pessoa)


Me sucede a veces, y siempre que sucede es casi de repente, que surge en medio de mis sensaciones un cansancio tan terrible de la vida que ni siquiera se da la hipótesis de un acto con el que dominarlo.

Para remediarlo, el suicidio parece inseguro; la muerte, incluso supuesta la inconsciencia, todavía poco. Es un cansancio que ambiciona, no el dejar de existir —lo que puede ser o puede no ser posible—, sino algo mucho más horroroso y profundo, el dejar de siquiera haber existido, lo que no hay manera de que pueda ser.

Creo entrever, a veces, en las especulaciones, en general confusas, de los indios algo de esta ambición más negativa que la nada. Pero o bien les falta la agudeza de la sensación para relatar así lo que piensan, o les falta la acuidad de pensamiento para sentir así lo que sienten. El hecho es que lo que en ellos entreveo no lo veo. El hecho es que me creo el primero en entregar a las palabras el absurdo de esta sensación sin remedio.

Y la curo con escribirla. Sí, no hay desolación, si es profunda de verdad, si no es puro sentimiento, pero participando en ella la inteligencia, para que no exista el remedio irónico de decirla. Cuando la literatura no tuviese otra utilidad, ésta, aunque para pocos, la tendría.

Los males de la inteligencia, desgraciadamente, duelen menos que los del sentimiento, y los del sentimiento, desgraciadamente, menos que los del cuerpo. Digo «desgraciadamente» porque la dignidad humana exigiría lo contrario. No hay sensación angustiada del misterio que pueda doler como el amor, los celos, la nostalgia, que pueda sofocar como el miedo físico intenso, que pueda transformar como la cólera o la ambición. Pero tampoco ningún dolor de los que destrozan el alma consigue ser tan realmente dolor como el dolor de muelas, o el de un cólico, o (supongo) el dolor del parto.


8 comentarios:

cajón desastre dijo...

Este mundo, república de viento, que tiene por monarca un accidente.

(BOCÁNGEL)

indecible dijo...


Hay dolencias peores que las dolencias,
hay dolores que no duelen, ni en el alma
pero que son dolorosos más que los otros.
Hay angustias soñadas más reales
que las que la vida nos trae, hay sensaciones
sentidas sólo con imaginarlas
que son más nuestras que la misma vida.
Hay tantas cosas que, sin existir,
existen, existen demoradamente,
y demoradamente son nuestras y nosotros...
Por sobre el verde turbio del ancho río
los circunflejos blancos de las gaviotas...
Por sobre el alma el aleteo inútil
de lo que no fue, ni puede ser, y es todo.

Dame más vino, porque la vida es nada.

(ÁLVARO DE CAMPOS)

Laro Pop dijo...

unos dolores llaman a otros, mucha gente se suicida por enfermedades insufribles, hoy en día Pessoa no se habría suicidado, eso no quita que es una leyenda de la Literatura.

Pablo M dijo...

Pessoa no se suicidò. Otra cosa es que su afición al alcohol le produjo la cirrosis que acabó matándole.

Anónimo dijo...


Pessoa es internado el día 29 de noviembre de 1935, en el Hospital de São Luís dos Franceses, con el diagnóstico de "cólico hepático" (probablemente una colangitis aguda causada por un cálculo biliar), falleciendo a causa de las complicaciones posiblemente asociadas a una cirrosis provocada por el excesivo consumo de alcohol a lo largo de su vida (a título de curiosidad, se sabe que era fiel al aguardiente de la marca "Águia Real"). El día 30 de noviembre muere a los 47 años. En los últimos momentos de vida pide sus gafas y clama por sus heterónimos.

Su último texto escrito estaba en inglés, idioma en que fuera educado:

I know not what tomorrow will bring
(No sé lo que traerá el mañana...)

(FUENTE: wiki)

Círculo Cultural FARONI dijo...


El hombre que no sabe sonreír, no debe abrir una tienda.

(proverbio chino)

casa de citas dijo...


Hay espíritus que enturbian sus aguas para hacerlas parecer profundas.

(NIETZSCHE)

Lloviendo amares dijo...


La nieve puso una toalla callada sobre todo.
No se siente sino lo que pasa dentro de casa.
Me envuelvo en un cobertor y no pienso ni siquiera en pensar.
Siento un gozo de animal y vagamente pienso.
Y me adormezco sin menos utilidad que todas las acciones del mundo.

(PESSOA)