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viernes, 1 de julio de 2016

Fernández (por Saiz de Marco)


Puede que el carpintero Fernández no sea Fernández. Tal vez se apellida de otra forma.

El carpintero Fernández nace en 1782. Aprende el oficio de su padre, con quien trabaja desde niño.

A los diecinueve años se casa con una muchacha del pueblo. Tienen cuatro hijos.

Aunque a su alrededor no es raro golpear mujeres, Fernández no maltrata a la suya.

Pese a ser analfabeto, hace que sus hijos vayan a la escuela.

El carpintero Fernández no engaña a los clientes. Si le encargan un mueble, no miente en la madera ni en las horas empleadas.

Cuando Napoleón, el carpintero Fernández teme ser movilizado. Aprovechando que no hay trabucos para todos, se ofrece a confeccionar camas para los heridos, y así no dispara.

El carpintero Fernández muere de neumonía en 1835, con cincuenta y tres años.

En el cementerio de su pueblo, junto a la iglesia, es enterrado.

Años después el recinto se queda pequeño, sus huesos se exhuman y mezclan con otros. Ahora son anónimos. El tiempo los pulveriza.

Puede que el carpintero Fernández no sea Fernández sino Quesada o García. También puede que no sea carpintero sino herrero o labrador.

El carpintero Fernández, 

el labrador García,
el herrero Quesada 
no salen en los libros. Nadie escribe sus vidas (demasiado planas, demasiado anodinas). 

Para ellos no hay estatuas, mausoleos, calles.

Y de hecho ahora nadie se acuerda de ellos.

Pero existen. Cruzan sin hacer ruido, sin arruinar a nadie, sin traer a otros muerte o desgracia.

Atraviesan el mundo sin dañarlo.

Nada de lo anterior se entiende memorable. Nada de ello es digno de ser registrado.

Aun así estas palabras que quizá nadie lea, prosaicas e incapaces de romper el silencio, te las dedico a ti: carpintero Fernández.



5 comentarios:

Unknown dijo...

Quizás unas gotas de Wislawa Szymborska, pero no me importa. Versos de significado literal uno por uno, y que en conjunto expresan una vida. Saludos cordiales

Pablo M dijo...

Yo conocí un Fernández y me niego a decir que pasó sin pena ni gloria. Pasó con gloria, aunque gloria contenida y sobria como el emocionante y contenido y sobrio poema que hoy nos regaláis.

Anónimo dijo...

El bien no suele hacer ruido.

El ruido no suele hacer bien.

Tragikomedia dijo...

A mí también me recordó a Szymborska, sólo que en tal caso el carpintero no se apellidaría Fernández ... sino Czajkowski o Dąbrowska (¡por lo menos !). Es broma. Gran poema.

Laro Pop dijo...

No hay respeto por el cromosoma Y de nuestros ancestros, vengo del hayku del amigo autor de hablar de esto, hay apellidos que al estar tan generalizados no permiten un estudio de ancestros, pero el gran rabino del templo de Salomon( cohen) tiene el mismo Y los Cohen que pululen por el mundo.
El poema es potente, Wislawa es la mejor, mucho mejor que Pessoa o JRJ, es la poeta que más se ha reconocido en Internet, todos los poemas que se ponen aquí de Wislawa, Borges o Pessoa o bukosky los leo, pero echo de menos poetas beat.
De todas formas, agradecido. Para gustos se hicieron los colores, diferenciar lo excelente de lo genial es la clave, una clave complicada.
saludos