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viernes, 18 de noviembre de 2016

Y me dejaron un extraño frío (por Antonio Gamoneda)


En vivo y en silencio. Atormentado,

a Dios me lo sacaron por los ojos.

Lo tenía la sangre con cerrojos,

sumergido en amor: Dios maniatado.


Ahora miro en mí por si han dejado

aunque no sea más que unos despojos:

el eco de una voz, los muros rojos,

el ámbito interior de un desollado.


Lo sacaron con luz; una mirada

fundió mi dulce condición de ciego

y me dejaron un extraño frío.


¡Cuánta luz, cuánto hielo, cuánta nada!

Ahora, donde Dios era de fuego,

donde hablaba el dolor, llora el vacío.



4 comentarios:

Ignatius Reilly dijo...

Es difícil decirle adiós a Dios. Para quien ha sido creyente (aunque sea por inculcación familiar desde la infancia), siempre es difícil y vaciante decirle adiós a Dios.

Círculo Cultural FARONI dijo...

A veces el atajo se hace más largo que el camino.

(proverbio neozelandés)

casa de citas dijo...

La culpa es una joroba en la conciencia que se carga para siempre.

(ELÍAS MORO)

Dimes Y Diretes dijo...

Sólo recuerdo la emoción de las cosas.

(MACHADO)