Adónde, entonces, adónde hemos llegado,
si aquí no hay ni puente, ni puerta, ni puerto,
ni andén, ni abrazo, ni lápida.
Qué hacemos en este círculo
de viajes estancados,
en estos zapatos sin ninguna vocación.
Hacia dónde querrá empujarnos el deseo,
cuándo, por qué, para qué.
Dónde están los mapas del sí, del también,
del todavía.
Hacia dónde partiremos
cuando el viento desordene la quietud,
hacia dónde cuando la noche desdibuje
las sombras que nos matan.
Dónde, dónde está la guarida de Dios,
dónde está su palacio
construido con esclavos del infierno.
Nuestros ojos ya no son
los traductores del silencio.
Nuestras lágrimas ya no tienen
más espejo que el pasado.
Una jauría de soledades nos hostiga.
No sabemos por qué, no sabemos cómo,
no sabemos para qué,
pero hasta aquí hemos llegado.
No hay nada más cierto.
No hay nada más.
No hay nada.
No.
3 comentarios:
El único sentido de la vida es... hacia delante. Ya en serio, el sentido a la vida tenemos que buscárselo. Cada uno el suyo: primera tarea. Parafraseando a Quevedo, pobre de aquél que no sea un hombre (o mujer) a una pasión pegado.
Danos el agua, Señor,
aunque no la merezcamos;
que si por merecer fuera,
ni la tierra que pisamos.
Cada día necesito menos cosas, y las pocas que necesito las necesito muy poco.
(FRANCISCO DE ASÍS)
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