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lunes, 5 de febrero de 2018

El hombre interior (por Charles Simic)


No el cuerpo, no.
El extraño es otro.

Nos paseamos por el mundo
con un aspecto igual de lamentable.
Si yo me rasco,
él también.

Hay mujeres
que dicen haberle atrapado.
Un perro
me sigue a todas partes.
A lo mejor es suyo.

Si estoy tranquilo,
él más.
He acabado por olvidarle.
Sin embargo, cuando me inclino
para anudarme los cordones,
él sigue de pie.

Proyectamos la misma sombra.
¿Es suya o mía?

Querría comentar:
“Él estuvo al principio
y seguirá estando al final”,
pero no estoy seguro.

De noche, al sentarme
barajando las cartas
de nuestro silencio,
le digo:

“Aunque pronuncias
cada una de mis palabras,
sigues siendo un extraño.
Ya es hora de que hables".



6 comentarios:

Rafael Baldaya dijo...

Eres opaco
para todos los ojos
-también los tuyos-.

Anónimo dijo...

Ca uno es ca uno, y tiene sus caunidades.

ORáKULO dijo...

A menudo la religión funciona como licencia para el mal. "Como soy religioso, todo -la inquisición, la conquista, matar infieles, la guerra santa...-, todo en general me está permitido".

Cide Hamete Benengeli dijo...

Pinhão quentinho!
Quentinho o pinhão!
(E tu bem juntinho
do meu coração...).

casa de citas dijo...

Los romanos son los saqueadores del mundo. Cuando les faltan tierras para su sistemático pillaje, dirigen sus ojos escrutadores al mar. Si el enemigo es rico, se muestran codiciosos. Si es pobre, despóticos. Ni el Oriente ni el Occidente han conseguido saciarlos. Son los únicos que codician con igual ansia las riquezas y la pobreza. A robar, asesinar y asaltar llaman con falso nombre imperio, y paz al sembrar la desolación.

(TÁCITO, historiador romano, aprox 55-120 d. de C.)

Fuego de palabras dijo...


Qué alegría encontrarte aquí en la calle,
mi bien, tan de ojos verdes,
donde solo hay señores con corbata
y mujeres con prisa y con tacones.

(JESÚS COTTA)