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miércoles, 28 de febrero de 2018

Ese rumor que avanza (por Jorge Galán)


Diez millones de puertas acaban de cerrarse. Un millón de palabras
se acaban de decir. Un millón. Una sola.
El mundo se mueve, los ríos entran en la garganta de leones y antílopes,
el árbol crece, se reduce el anciano, la sangre se abre paso
a través de una piel joven, hogueras enormes se encienden en el este,
se inclinan los árboles por el peso de la nieve en el norte,
las focas avanzan como astillas que penetran la espalda de las aguas glaciales,
un hombre se arrodilla y utiliza palabras temblorosas
para decir una oración, nadie le escucha, él mismo no comprende lo dicho.
Todo avanza. Los días se repiten como el estribillo de una canción
y lo que cuenta ya ha sido contado antes.
El pasado dio un paso y me alcanzó.
La antigua constelación ha llegado por fin a la pupila del astrónomo.
Y aunque todo lo que partió de mí ha regresado a mí de muchas formas distintas,
nada puede explicarme ese rumor que avanza en lo subterráneo
como una colonia de hormigas que crece a través de lo que devora.
Nadie puede explicarme tampoco este instante más grande
ni puede darle un nombre a esta escena de siluetas que crecen sobre el polvo.
Esta noche la brisa en mi cabello también es un fantasma que me cuenta una historia
que no quiero escuchar: la de esos bellos muertos que también son mis muertos,
las siluetas atrás tiradas como arbustos en la niebla nocturna.
Un millón de ventanas acaban de cerrarse y otro millón de abrirse.
Sobre esta calle larga camino. Nada existe
de lo que me rodea. El mundo es una sombra que envuelve mi cabeza.


8 comentarios:

Pablo M dijo...

El sentido consiste en bucar (y en su caso encontrar) cómo diantre ensamblar las piezas para darle sentido a este caos.

Lloviendo amares dijo...

Tanto he soñado contigo,
tanto he hablado y caminado, que me tendí al lado
de tu sombra y de tu fantasma,
y por lo tanto,
ya no me queda sino ser fantasma
entre los fantasmas y cien veces más sombra
que la sombra que siempre pasea alegremente
por el cuadrante solar de tu vida.

(DESNOS)

casa de citas dijo...

¿Cómo eras tú, Alicia soñada, a los ojos de tu padre adoptivo? ¿Cómo te describiría él? En primer lugar, cariñosa; cariñosa como un perro (perdona lo prosaico de este símil, pero no conozco un amor terrenal más puro y más perfecto), y amable como un cervatillo; después deferente con todos, con el más grande y con el más humilde, con el ilustre y con el grotesco, con el Rey y con la Oruga, como si fuese ésta incluso la hija de un rey, y su vestido estuviese labrado en oro; en tercer lugar, confiada, dispuesta a aceptar los más disparatados imposibles con esa total credulidad que sólo los soñadores conocen; y por último, curiosa: tremendamente curiosa, y con esa ávida fruición de la Vida que sólo se da en las horas felices de la niñez, cuando todo es nuevo y hermoso, y cuando el Dolor y el Pecado no son más que nombres, palabras vacías que no significan nada.

(LEWIS CARROLL)

Cide Hamete Benengeli dijo...

Tu madre reburdia y riñe

cuando te faigo l’amor.

Non s’acuerda que tu padre

fixo lo mesmo que yo.


Anónimo dijo...

Jodeleñe, Cide, ¿eso es gallego o bable?

CHB dijo...

Pues no sé bien. Quizá algún lector pueda ayudarnos. En todo caso se dice que "gallegos y asturianos, primos hermanos". Saludos.

Fuego de palabras dijo...

No te acerques demasiado a una casa de rosa,

pues los estragos de una brisa

o la inundación de una gota de rocío

derrumbarán su pared, amedrentada.

Y no intentes atar la mariposa,

ni escalar los setos de la consecución.

Hallar descanso en lo inseguro

está en el mismo ser de la alegría.

(EMILY DICKINSON)

Alifanfarón de la Trapobana dijo...

Cuando el ritmo de aquel tango
les marcó un compás de espera
como sierpes animadas
por un vaho de pasión,
se anudaron y eran gajo
de una extraña enredadera
florecida entre la lluvia
de los bichos del salón.
Áura m’hija, aulló el compadre
y la fosca compañera
ofreció la desvergüenza
de su cálido impudor
azotando con sus carnes
como lenguas de una hoguera
las vibrátiles entrañas
de aquel chusma del amor.
Persistieron en un giro
desbarraron los violines
y la flauta dijo notas
que jamás nadie escribió,
pero iban suavemente
al compás los bailarines
y despacio, sin saberlo
la pareja se besó.