la sopa fría, los zapatos rotos, o que en mitad de la opulencia
se alce la rama seca de la tos, ladrándome
tu nombre deformado, las vocales de espuma, y en los dedos
se me peguen las sábanas, y nada me dé paz.
No aprenderé por eso a quererte mejor,
pero desalojado de la felicidad
sabré cuánta me dabas con solamente a veces estar cerca.
Esto creo entenderlo, pero me engaño:
hará falta la escarcha del dintel
para que el guarecido en el portal comprenda
la luz del comedor, los manteles de leche, y el aroma
del pan que pasa su morena mano por la hendija.
como un ojo del otro,
de esta asumida adversidad
nacerá la mirada que por fin te merezca.
4 comentarios:
En esta hora me voy conociendo.
Cada vez menos:
¡tenía mil vidas
y elegí una sola!
Lentamente bajo flotando sobre los espejos
en los que me fundiré.
Solo cuando alcanzo la esfera
exploto suavemente:
dos que son uno solo
se vuelven ninguno.
Así que ni siquiera he escrito estas palabras.
¿Cómo es posible entonces que tú puedas leerlas?
Cuanto más se agranda el ojo
tanto menos hay
que ver.
(NOOTEBOOM)
La vida, como un comentario de otra cosa que no alcanzamos, y que está ahí al alcance del salto que no damos.
(CORTÁZAR)
Un necio siempre encuentra otro -más necio aún- dispuesto a admirarle.
(BOHR)
Los recuerdos son como perros abandonados, vagabundos, nos rodean, nos miran, jadean, aúllan alzando la vista a la luna; querrías ahuyentarlos, pero no se marchan, te lamen ávidamente la mano, y cuando les das la espalda, te muerden…
(KERTÉSZ)
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